Ser pioneros y creadores de una nacionalidad no es una tarea sencilla. Imagínate todo lo que implicó para los judíos al llegar a la Tierra Prometida organizar y mantener un país completo, con todos los contratiempos y dificultades que se presentan a diario: distribución del agua, evitar el hambre, alojar a los ciudadanos, proveer de servicios básicos, conexión entre poblados, conflictos locales, guerras con enemigos, sequías e inundaciones, establecer rutas de comercio, organizar la vida social, insubordinación, delincuencia, pobreza, enfermedad, fortalecer y transmitir la propia cultura, entre otras.
A los peligros obvios, súmale las atractivas ofertas procedentes de los pobladores antiguos y los del entorno, las cuales atraerían a los rudimentarios hebreos hacia estilos de vida que Dios no admite y que contradicen el fundamento de la identidad judía. Por ejemplo, estaría en urgente riesgo lo concerniente al respeto a la vida, rechazo a la idolatría, abstención de vicios, valor de la familia, entre otros.
La luz de Israel era poquita y estaba en riesgo de ser tragada por las tinieblas. Porque, por si fuera poco todo lo anterior, habían estado sometidos como esclavos por varias décadas, con lo que eso implica en la escasa autoestima, incapacidad para elegir, sometimiento al agresor, etc.
Los cuarenta años de estadía en el desierto fueron de aprendizaje, pero aún tenían mucho para instruirse y mejorar, pero más para poner en práctica. No solamente tener conocimiento teórico, sino ser sionistas realizadores. Debían ejercitarse para cuidar de su seguridad, proveerse del sustento, educar a sus descendientes, preservar su cultura, ayudar al menos favorecido, fortalecer la construcción del potencial de cada uno, valorizar sus propias tradiciones y a mantenerse leales a su identidad y a Dios.
Como las sombras amenazaban apagar la llamita recién encendida, la parashá KI TETZÉ nos trae numerosos mandamientos que organizan la vida comunitaria y personal, los cuales sirven como un manual básico para la vida independiente y solidaria. Entonces y también ahora.
Treinta y tres siglos más tarde el gran Rav Kook enseñó:
צריך שכל איש ידע ויבין, שבתוך תוכו דולק נר, ואין נרו שלו כנר חברו, ואין איש שאין לו נר. וצריך שכל איש ידע ויבין, שעליו לעמול ולגלות את אור הנר ברבים, ולהדליקו לאבוקה גדולה ולהאיר את העולם כולו.
Que se puede traducir como: “Es necesario que toda persona sepa y comprenda, que en su más profundo interior hay encendida una llama, y que ésta no es como la de su compañero, y no hay persona que carezca de llama.
Y es necesario que toda persona sepa y comprenda que debe esforzarse en manifestar la luz de su llama abiertamente, para que se encienda como una gran antorcha que alumbre al mundo completamente.”
Cada uno, en su interior más oculto, es una NESHAMÁ (espíritu) la cual alumbra y quiere expresarse en el mundo material, en las acciones cotidianas y habituales. Podemos usar el manual que es la Torá para lograrlo y así en comunidad lograr un mejor mundo.
te ha pasado que resulta dificil encontrar la llama de algunas personas, tal como si no tuvieran LUZ de NESHAMA?
Cierto que así es. Pero me llama la atención que el sabio Kook dice «…que ésta no es como la de su compañero..». Puede ser que esa diferencia sea lo que haga dificil encontrar esa luz en uno y en el otro. Otro error es el creer que «tenemos» luz (como si el YO fuera ajeno a esa luz), y no que «somos» luz. Si creemos que tenemos vamos a actuar siempre buscando lo que nunca se ha perdido pero que ignoramos; si actuamos como «somos» tendremos siempre la posibilidad de corregir pues es mas facil evaular las acciones egoistas… Read more »