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Un problema es mayor cuando es ignorado como tal.
Podemos desconocerlo por no tener idea de su existencia;
pero peor es cuando advertimos algo como “fuera de lugar” y sin embargo lo explicamos de tal modo que nos asegure en nuestra complicada zonita de confort.
Ah, las explicaciones,
tantas veces resultan ser solamente excusas,
que poco aportan a la corrección y felicidad.
Si no sabemos o no asumimos nuestra incomodidad,
dudosamente encontremos una camino para solucionarla.
Cuando ya tomamos nota
es cuando podremos hacernos cargo de nuestra vida de una manera más eficiente, proactiva, exitosa y saludable.
Es entonces el momento oportuno para preguntar,
tú sabrás qué…
si no lo sabes,
será necesario aprender a hacerlo.
Y luego, será el tiempo para guardar silencio atento,
para absorber las respuestas que se producirán
y nos marcarán como señales alrededor de la ruta
en dirección a una mejor situación que la anterior.
No te apresures a hablar,
ni a querer demostrar tu ingenio,
porque probablemente estarás retrasando
la resolución con respuestas que no lo son.
Al tener identificado con precisión el asunto,
delineadas sus aristas,
evaluadas sus ramificaciones,
tendrás mayor poder y eso te dará alegría.
