Las abuelas se ponen ansiosas para que el nene al fin diga su primera palabra.
Sí, también los padres, que suelen convertir el “guaguagaua” en “papá”, asumiendo así que su hijo/hija les reconoce por su título de parentesco.
Están los adultos que les enseñan otras palabras, algunas muy útiles y necesarias; a veces meras tonterías para satisfacer su propio orgullo o infantilismo.
Y el niño va desarrollando su facultad de expresarse, sea verbalmente o por otros canales.
Por lo general, termina aprendiendo de manera casi mágica el lenguaje, cuestión ciertamente difícil, pero que de algún modo se aprende sin necesidad de escuelas ni maestros especializados.
(Supongo que un experto en el tema podría darnos enseñanzas muy jugosas al respecto, pero por el momento está bien así).
Para aprender más, porque vale mucho la pena: https://belev.me/2018/12/07/aprender-a-silenciar-significativamente/
Es GRATIS, ¿por qué no lo aprovechas?