Tú eres también tu cuerpo, no es algo accesorio y despreciable; aunque infinidad de religiones (TODAS producto del EGO) afirmen lo contrario y estigmaticen al cuerpo y sus necesidades.
Es cierto que tu esencia es la NESHAMÁ, el espíritu, que es lo que permanece de ti cuando abandonas este mundo, que es tu identidad sin manchas ni dobleces; pero, en tanto estemos en este plano es nuestra obligación y derecho conocer, respetar, amar nuestro organismo.
Rechazarlo es rechazarnos.
Por supuesto que tampoco estamos para vivir solamente centrados en lo físico, con las cosas materiales como eje fundamental, porque es negar esa otra dimensión que somos.
Lo importante es alcanzar el equilibrio dinámico, saludable, por medio del cual estamos conectando tierra-cielo y la fluencia energética se produce sin sobresaltos. ¿Recuerdas el sueño del joven patriarca Iaacov, aquel el de la escalera (Bereshit/Génesis 28:10-19)? Pues bien, aquí tienes una interpretación cabalística del mismo que te brinda la oportunidad de perfeccionar tu existencia.
El cuerpo no es repulsivo, ni sucio, ni detestable; el cuerpo es maravilloso en su divinidad limitada.
Es una manifestación del Amor/Sabiduría del Creador, el cual plasmó en nosotros Su sello, tanto a través de la NESHAMÁ como del cuerpo.
Tal como el Mishcán y el Mikdash, Santuarios del Eterno eran sagrados, con sus elementos y partes, hasta las ínfimas; y sin embargo era la Divina Presencia el sentido de sus existencias.
Por tanto, ni aborrecerlo ni endiosarlo.
No es un espanto para ser ocultado con odio, ni un trofeo para ser exhibido con impudicia.
Es una reverberación de la Santidad, en una gradación de existencia diferente que la del espíritu, pero en la misma paleta de colores de santidad.
Cuando la Tradición requiere ocultar partes del cuerpo, no lo hace por asco, sino para quitar de la vista aquello que es sublime; para protegerlo, no para ofenderlo.
Esa es la idea que se oculta en la vergüenza sentida a causa de la desnudez, luego de que los primeros humanos comieran del fruto del árbol prohibido. No había nada ofensivo ni vergonzante en su estado natural, sus cuerpos desnudos; el sentimiento perturbador surgió como consecuencia de descubrir que habían profanado su santidad, desmerecido su belleza corporal/espiritual.
Pero, es otro interesante tema y no al que nos invita este estudio.
El punto es que debemos sentirnos a gusto con nuestro cuerpo, no desvalorizarlo, como enseñan muchas religiones sobre él.
Y tampoco adorarlo, esmerarse exclusivamente en cultivarlo, como enseñan otras tantas religiones.
En el equilibrio saludable está la sabiduría.
Si por algún motivo encontramos disgusto en este cuerpo que estamos siendo, es bueno tenerlo en cuenta y no negarlo. Luego, con esta idea consultarlo con personas especialistas que nos ayuden a descubrir qué podemos hacer que nos conduzca por la senda del bienestar. Sea tratando el tema con psicólogos, o con médicos, o haciendo deporte adecuado, o respetando una dieta nutritiva y sana; todo esto, o algunas de las cosas, que nos lleven a sentirnos a gusto con quien somos, aceptarnos, conocernos, respetarnos, amarnos.
Y, recordemos que el cuerpo también se expresa, a su manera habla. Sea en su forma de funcionar, en sus dificultades, en lo que sobresale, todo sirve para que lo podamos leer y así llegar a conocernos un poco mejor. En esto también hay gente experta, que puede ayudarte. Tú eres tu cuerpo, ¿cómo ser ignorante de él?
Es a través del cuerpo que la NESHAMÁ adquiere la “información” de la cual gozará en su existencia descarnada en el Gan Eden.
Porque mientras la NESHAMÁ no experimenta sensaciones a través del cuerpo, todo el conocimiento es meramente teórico. Se puede conocer hasta el último átomo del Cosmos, pero no sentir nada. Sin embargo, luego del pasaje en este mundo, el cuerpo sirvió para recolectar esa información experiencial, dotando así de gozo y “materialidad” a todo lo que la NESHAMÁ conoce. Por lo cual, la NESHAMÁ goza en el Paraíso, de aquello que gozo lícitamente en este mundo. Ese es un modo de comprender el placer de la vida más allá de esta vida. Es por ello que los Sabios reprobaban al que se negaba a disfrutar de lo que tenía permitido, porque el ascetismo niega la experiencia deleitosa a la NESHAMÁ.
Así pues, disfruta de lo permitido; porque con ello estás haciendo tu tarea espiritual.
En tanto te apartas de lo prohibido, porque te cuidas de llenar de información experiencial incorrecta el tesoro de recuerdos para tu NESHAMÁ.
Cuida tu cuerpo, desarróllalo, disfruta a través de él.
Cuando el cuerpo envejezca, o enferme, o pierda capacidades; tendrás otras ocasiones para disfrutar, para experimentar, para sacar el jugo espiritual a tu estancia en esta vida.
El cuerpo puede ir perdiendo funciones o partes, pero hay algo que permanece, que es tu NESHAMÁ así como la conciencia de ser quien eres en esta vida.
Haz tu parte en todo momento.