Siete son las festividades (o Shabatot) que la Torá propone para el pueblo judío, las evocaré con los nombres que usamos actualmente para referirnos a ellas:
- Pesaj
- Séptimo día de Pesaj
- Shavuot
- Rosh haShaná
- Iom Kipur
- Sucot
- Shminí Atzeret
Y por supuesto, la súper festividad semanal que es el día de Shabat.
De todas éstas, tres forman lo que se conoce como los SHALOSH REGALIM o SHLOSHET HAREGALIM, que se traduce como Las Tres Ocasiones; haciendo referencia a las tres festividades en las cuales era un imperativo hacer la peregrinación anual al Templo, en Ierushalaim:
- Jag haPesaj
- Jag haShavuot
- Jag haSucot
Éstas fiestas tienen diversos nombres, como por ejemplo
- Jag haAbib
- Jag haBikurim
- Jag heAsif
Solamente mencioné uno de varios por cada festividad.
Como habrás visto, por delante puse la palabra “jag”, que es lo que traducimos por fiesta o festividad.
Originalmente esta palabra hacía referencia a la idea de un ciclo, de un círculo que se repite; pues, así eran comprendidas en la cultura de nuestros ancestros.
Épocas repetidas, muy asociadas con cuestiones climáticas y agrarias.
Algo absolutamente lógico y comprensible, dado el estilo de vida de aquellas antepasados judíos de hace 30 siglos atrás.
Sin embargo, cada una de las tres festividades tienen un nombre que no comienza por “jag”, sino por “zemán”:
- Zemán Jerutenu
- Zemán Matán Toratenu
- Zemán Simjatenu
En español:
- Tiempo de nuestra libertad
- Tiempo de la entrega de nuestra Torá
- Tiempo de nuestra dicha o alegría
Notarás que se deja de lado el aspecto de festividad o ciclo, para hacer especial énfasis en el tiempo.
También notarás que está vinculado a valores esenciales, a cuestiones que trascienden las vivencias netamente campestres o temporales.
En una festividad la relevancia está dada por el concepto libertad.
En la otra por la Revelación del Eterno al pueblo judío, momento en el cual manifestó Su Voluntad ante la nación de Israel.
En la tercera, que se liga con el asentamiento en la tierra de Israel y con la plenitud de llevar una vida adulta, responsable, comprometida, leal y que no depende de milagros.
Ahora, a poco rato de comenzar la segunda festividad de estas tres, te pido que tomes en cuenta este sentido trascendente.
Vamos a revivir el contacto maravilloso y fuera de cualquier definición que ocurrió en el monte Sinaí hace un poco más de 33 siglos.
No nos quedamos con el cuentito, ni lo dejamos solo en el recuerdo.
Por el contrario, el pedido de Dios y la sugerencia de nuestra Tradición es que lo hagamos vital, actual, vigente.
Por eso es el “tiempo” y no el “ciclo”.
No volvemos a lo mismo, a través del relato o el recuerdo del testimonio; sino que actualizamos a este tiempo lo que supo ocurrir una única vez. Convertimos en presente lo pasado, proyectamos en el futuro nuestro presente.
Éste es parte del poder místico de las festividades judías que pueden transformar tu vida.
¿Te has dado cuenta del cómo?
Ahora, ¡a conseguirlo!
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Jag sameaj.