Cuenta la Torá acerca de la primera tarea de Noaj como reconstructor de la tierra:
«Construyó Noaj [Noé] un altar al Eterno, y tomando de todo cuadrúpedo puro y de todo volador puro, elevó holocaustos en el altar.»
(Bereshit/Génesis 8:20)
Pero más o menos se podría entender, era su manera primitiva y sanguinaria de agradecer al Creador por haberlo salvado, así como a su familia y a las especies animales que asiló en el barco durante la catástrofe.
Podemos estar de acuerdo o no con esa forma de actuar el agradecimiento, pero se puede entender esa acción si nos paramos desde su perspectiva.
Ahora, lo que resulta muy raro es su segunda tarea como reconstructor de la tierra:
«Noaj comenzó a cultivar el suelo y plantó una viña. Bebió del vino y se embriagó y quedó desnudo en medio de su tienda.»
(Bereshit/Génesis 9:20-21)
Expliquémonos.
Cultivar el suelo para que de la tierra vuelva a nacer el alimento, es genial.
Pero, su primer obra fue una viña.
Podemos comprender que el vino era muy importante, por varios motivos.
Pero, ¿una viña como primer cultivo?
¿Qué tal trigo?
¿Un manzano?
¿Naranjas?
¡Qué se yo!
Pero sin dudas que no sería mí primera opción una viña.
Pero la extrañeza no culmina ahí, porque de inmediato está el tomar del vino, y no con moderación, sino hasta quedar borracho y malogrado.
Sí, también de cierta forma lo podemos comprender.
Quizás cargaba una enorme culpa, por todo lo que podía haber hecho y no hizo en un intento de salvar más gente y vida en general.
O tenía sentimientos de culpa por cuestiones que nada tenían que ver con él y su control, pero así opera el maligno sentimiento de culpa.
Por ahí quería “olvidar sus penas”.
No sé, pero sin dudas que tampoco sería esa mi primera opción en su lugar.
Pero, gracias a Dios hasta ahora no tuve que ocupar ese terrible rol que le tocó a Noaj; y no creo que a ninguno de nosotros nos ocurra estar en situación siquiera parecida.
(Aunque la inesperada catástrofe del Covid-19 puede hacernos replantear un poco ese sentimiento de seguridad y poder que tenemos los humanos).
Los Sabios no dejaron de encontrar mil y una enseñanzas en todo esto.
Yo quiero compartirte una de ellas.
El Midrash (Tanjuma, Noaj 13:3-4) cuenta que el Satán (que NO ES el Satanás de la mitología cristiana, ni siquiera se parece) al verle plantando la viña le preguntó:
«¿Qué estás plantando?».
Él respondió: «Una viña».
«¿Qué es?» preguntó Satán.
«Sus frutos son dulces, ya sean húmedos o secos», respondió, «y de ellos se produce un vino que alegra el corazón del hombre, como está escrito: y el vino alegra el corazón del hombre” (Salmos 104:15).
Satán sugirió: «Ven, seamos socios en esta viña».
Noaj respondió: «Ciertamente».
¿Qué hizo Satán?
Primero, obtuvo un cordero y lo sacrificó debajo de la viña. Luego, tomó un león y lo sacrificó allí, y después de eso obtuvo un cerdo y un mono y los sacrificó en el mismo lugar. Su sangre se filtró en la tierra, regando la viña. Hizo esto para demostrarle a Noaj que antes de beber vino el hombre es tan inocente como una oveja: como una oveja que ante sus esquiladores es tonta (Isaías 53:7). Pero después de beber una cantidad moderada de vino, se cree tan fuerte como un león, y se jacta de que nadie en todo el mundo es su igual. Cuando bebe más de lo que debería, se comporta como un cerdo, se revuelca en la orina y realiza otros actos groseros. Después de estar completamente intoxicado, se comporta como un mono, baila, ríe histéricamente, parlotea tontamente y no se da cuenta de lo que está haciendo.
Todo esto le sucedió al justo Noaj.
Si el justo Noaj, a quien el Santo, bendito sea, alabado, pudo comportarse de esa manera, ¡cuánto más podría hacerlo cualquier otro hombre!
El Midrash Agadá, Bereshit 9:21:1 pone al mono antes del cerdo en el orden dado por el Satán, y yo, humildemente y si valiera de algo mi parecer, estoy de acuerdo con esta versión. No por ser un genio de Torá, sino por ver la conducta de los que se pasan de copas.
También esta versión trae que luego de la primer copa es como una oveja, y no antes de ella. Nuevamente, estoy más afín a esta visión.
Primero y antes que nada: NO, Satán no mató ningún animalito para regar el viñedo.
Es solamente una metáfora, una imagen que nos brindan los Sabios para que podamos aprender ciertos valores.
Segundo, la gran enseñanza parece ser, obviamente, que tengamos cuidado cuando ingerimos sustancias que nos hacen perder el dominio de nuestra conducta.
El caso en concreto, el vino; pero lo podemos hacer extensivo a cualquier otra sustancia psicoactiva.
Tercero, planifica con inteligencia y no dirigido por las emociones o pasiones. La emoción es un buen combustible, pero siempre bajo el timón de la inteligencia y ésta bajo el mando del espíritu.
Para finalizar, aunque pudiéramos aportar más, tengamos cuidado con quien nos asociamos porque tal vez perdamos el control de nuestra obra y hasta la vida para congraciarnos con gente que mejor no tener cerca.