¿Cuál es el sentido de estar pendiente de las noticias?
¿Qué nos mueve a querer saber lo que está pasando en lugares remotos, que nos son por completo ajenos, que no tienen ninguna relevancia para nuestras vidas, y sin embargo ahí estamos atendiendo el Twitter, el Facebook, la TV, la radio, los diarios para saberlo?
Estas preguntas me surgieron hace un rato viendo un noticiero televisivo, precisamente, en el cual dedicaron largos minutos a una horrible tragedia ocurrida en Guatemala en la cual murieron tres personas en el accidente de una avioneta durante una demostración aérea.
Minutos y minutos de las mismas imágenes repetidas, en tanto el presentador daba “informes” de lo sucedido…
¿En serio?
A ver, para que no se me tilde de insensible, confieso que me dio mucha pena la muerte de esas personas así como el dolor de sus dolientes. Por supuesto que sí, pobre gente. Pero, ¿es un acontecimiento tan central como para que ocupemos minutos de nuestra vida en ello?
Estamos en Uruguay, demasiado lejos del lugar del accidente. Dudosamente allá familiares o siquiera conocidos de las víctimas. No presenta un interés público particular, como sí podría ser el inicio de la epidemia de Coronavirus actualmente en el Lejano Oriente. ¿Entonces? ¿Cómo se justifica que el precioso tiempo televisivo haya sido dedicado a ello? Más aún, ¿nuestro invalorable tiempo de vida para “informarnos” de este triste accidente?
Y la respuesta es que es verano, es fin de semana, no hay liga deportiva local, no se generan muchas noticias y el informativo tiene que cumplir su extensísimo horario.
Visto así, se entiende la necesidad comercial del canal de televisión, pero no la del público.
Entonces, ampliando la interrogante es que me pregunte qué nos lleva a querer saber noticias, a estar pendiente de lo que pasa en otros lugares, a estar “informados”, dedicando precioso tiempo y energía para ello.
Porque, siendo utilitarios, es bueno estar al tanto de cuando vence el plazo para pagar tal impuesto, o que alguna calle estará cerrada, o que habrá paro de los trabajadores del tal sector que nos afecta. También alguna que otra noticia de lugares lejanos, para quizás dar una mano de alguna forma, como algún terremoto o tornado y poder enviar donaciones o preocuparse por el bienestar de familia y conocidos en la zona.
Para esto alcanza con un informe diario de… ¿10 minutos? Y no canales y canales dedicados a noticias, informativos a cada hora o de 2 o 3 horas de extensión en cada emisión.
¿Qué te parece?
Pasemos a brindar dos posibles respuestas.
La primera.
Nuestro EGO fuera de su función saludable nos pone en estado de impotencia, sea real o sentida, porque de esa manera estamos recurriendo a él para “sobrevivir”. Sí, incluso cuando no hay un peligro real, hasta cuando es solamente el miedo (y por tanto nuestra fantasía) lo único que nos altera realmente.
Este ejercicio de dominación se da de forma permanente, y colaboramos con ello sin estar conscientes. En buena medida nuestro Sistema de Creencias nos instiga a ello, pues ha sido moldeado con enormes influencias del EGO.
Mantener nuestra mente atrapada por las noticias fugaces, adormecer nuestra emotividad con una inmersión en fuertes emociones pasajeras, no darnos respiro para reflexionar, meditar, analizar, encontrar nuestro punto de conexión con la espiritualidad, son todas formas que colaboran para que el EGO siga dominándonos.
Por tanto, esta fruición por las noticias no es más que una especie de adicción psicológica, fraguada por el EGO, inspirada por el Sistema de Creencias. No funciona para adquirir mayor poder, sino para limitarnos, sumirnos en impotencia. Plagados de información, desnutridos en formación. Corriendo detrás de lo fugaz para olvidarnos de lo trascendente. Atentos a esto y aquello en todas partes pero desatendiendo lo que realmente importa aquí y ahora proyectado hacia la eternidad.
Visto así, es un aspecto que debemos modificar de manera urgente y radical.
Pero tenemos la segunda respuesta.
En los rezos formales del judaísmo encontramos que se repite cada mañana dos veces la siguiente frase: «¡Él renueva con su amabilidad constantemente el acto de la creación!».
Está hablando de la tarea creativa del Creador que no fue un instante lejano, sino una re-creación constante.
Según el Zohar, el mundo está en proceso continuo de creación, constituyéndose cada segundo de acuerdo a la Voluntad amorosa del Todopoderoso. Es decir, si en una fracción de segundo faltara la Divina Voluntad para que exista el universo, éste desaparecería automáticamente. Somos obras constantes de la creación de nuestro Creador.
En otras palabras, cuando identificamos al Eterno como Creador no estamos haciendo referencia a un acto aislado del pasado, sino al presente dinámico.
En otras palabras, no hay nada que sea estático y esté petrificado en su existencia, ya que todo lo existente perdura porque hay un acto de energía creadora que lo vivifica. Supongo que mucho antes de que se conociera el átomo y lo más chico que el mismo, la Tradición ya tenía una noción de que el mundo material no es como lo vemos, de que la energía constante es lo que sostiene la existencia.
Siendo así, se puede de cierta forma comprender el anhelo por la información, y esta vez desde un punto de vista saludable. Algo en lo más inconsciente de nuestra conciencia nos avisa que las cosas no son como las vemos, de que están pasando infinidad de procesos que se conectan unos con otros y conforman la Unidad. De alguna manera misteriosa y oculta, nuestra NESHAMÁ se hace sentir a través de los velos que ha impuesto el EGO y nos impulsa a buscar la conexión sagrada, a dejar de lado las diferencias pasajeras para encontrar la conexión eterna. Entonces, confundidos y sin educación real de las cosas espirituales, estamos ansiosos por conectarnos, por saber cosas, por informarnos, aunque sea de asuntos que no son relevantes para nuestra vida cotidiana, aunque sea de cosas que en principio nada tiene que ver con nosotros.
Queremos poner de manifiesto, sin saberlo, al Creador a través de todo lo que está creando en este momento, porque de esa manera nos liberamos de los engaños del EGO y nos asumimos como lo que en esencia somos: NESHAMÁ.
Sé que las dos respuestas pueden parecer arameo antiguo para muchos de los lectores, lo asumo como un hecho y me disculpo por no extenderme ahora en explicar. Mucho ya ha sido enseñado, y varias veces, antes.
Ahora bien, ¿qué relación tiene todo esto con la perashá Bo, que leemos esta semana?
Una respuesta la encontramos en el siguiente pasaje de la misma:
«El Eterno habló a Moshé y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: –Este mes os será el principio de los meses; será para vosotros el primero de los meses del año.»
(Shemot/Éxodo 12:1-2)
Dios le está diciendo a los líderes del pueblo de Israel que la libertad se comienza a gestar, y a preservar, cuando nos hacemos conscientes del tiempo, del valor del mismo. Cuando nos hacemos amos de nuestras vidas y no esclavos de pasiones, de mandatos sociales, de modas. Cuando empezamos a entender que hoy se está creando el universo y hoy se está destruyendo también, y en el medio estamos nosotros, aquí y ahora con la misión de unificar lo espiritual en lo material. De traer a Dios al mundo. De transformar este mundo en el Paraíso Terrenal que puede llegar a ser.
Porque cuando logramos liberarnos del dominio del EGO, entonces valoramos nuestra existencia a pleno, nos hacemos conscientes de la conexión con Dios y con el prójimo. Entonces, dejamos de buscar noticias y diversiones que nos mantienen alelados, y pasemos a buscar la realización.
Si consideras que puedes y quieres darnos una mano para que continuemos con nuestra sagrada tarea, se agradece: https://serjudio.com/apoyo