El día de shabat como freno a la esclavitud

Lentamente nos vamos acercando al momento en el que finalmente los hebreos podrán salir de Egipto.
La voluntad de faraón y su pueblo está siendo quebrada por Dios a través de hechos portentosos y catastróficos, que conocemos como “Las Diez Plagas”.
Paso a paso Dios da a faraón lo que éste busca y quiere, al parecer: la destrucción de su pueblo, la demolición de su confianza, la anulación de su presuntuoso poder. Porque, de manera implacable, eso van logrando las plagas, diluyendo toda fantasía de dominio súper poderoso que faraón siguiera anidando en su corazón. Sus dioses falsos se derrumban, sus murallas no pueden contener a los enemigos, sus excusas se muestran como lo que son: vacías y estériles.
Aquel poderoso imperio, aquella cultura sofisticada plagada de magia y dioses, esos reyes vanidosos que se creían deidades, todo ello estaba siendo fragmentado y anulado progresivamente por un Dios invisible, por Uno que era negado activamente por los religiosos de la época.
Todo esto, ¿para qué?

Al parecer solamente para que un pueblito medioriental obtuviera su libertad y pudiera partir hacia su tierra natal. Pero en verdad, el sentido es mucho más profundo y trascendental.
Era la hora para la humanidad de su reverdecer espiritual, que estaría siendo liderado precisamente por ese pueblito de actuales esclavos, los más miserables y paupérrimos en aquel mundo materialista y supersticioso pero que estaban destinados a ser los maestros de la humanidad y sacerdotes de Dios.
El creador había escogido a los israelitas para que fueran convirtiéndose en la Luz para las Naciones, de modo tal de ayudar al resto de la humanidad a reencontrarse con su Creador.

Esa idea está expresada explícitamente en otra parashá del libro de Shemot, pero la encontramos también indirectamente en esta famosa frase que es parte del Decálogo:

«Acuérdate de que tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que el Eterno tu Elohim te sacó de allí con mano poderosa y brazo extendido. Por eso el Eterno tu Elohim te ha mandado que guardes el día del shabbat.»
(Devarim/Deuteronomio 5:15)

¿De qué manera está conectado el día de Shabat a recordar el Éxodo?

Los egipcios negaban al Creador, porque estaban sumergidos en un Sistema de Creencias absolutamente esclavista, por tanto negador de cualquier libertad. Y Dios, es la libertad perfecta.
Considera que para los egipcios hasta sus dioses eran esclavos, tal como ellos lo eran. Todo estaba organizado en una maquinaria siniestra de esclavitud y dominación.
De cierta forma ocurre algo parecido con los supersticiosos de todas las épocas, para quienes las causas y efectos mágicos hacen que no haya deidades insobornables o manipulables, ya que todo está para ser corrompido. La gente con esta creencia, aunque se consideren a sí mismos monoteístas y hasta seguidores de haShem, tienen una visión sumamente limitada, pobretona, materialista de las cosas. ¡Aunque insistan que son espirituales y leales al Creador! Entonces aseguran que con determinado ritual se resguardan de “mal de ojo”, con aquel objeto se libran de la envidia, con hacer tzedaká se aseguran obtener rentas económicas, con pactar con Dios obtienen tal o cual ventaja, y así con todo lo que se te ocurra.
Ciertamente ponen al Creador en un rol sumamente lamentable, de servidor de aquel que sepa como comprarlo o manipularlo.
Tal y como pasaba con los dioses de los egipcios.
Todos allá, dioses (imaginarios por supuesto), hombres, demonios, naturaleza, todo era corrompible, parte de una maquinaria doctrinaria de terror supersticioso.

Hasta que sucedió lo que sucedió con la liberación de los israelitas.
Esa redención no fue solamente para los hebreos, sino para todo el mundo.
Por algo se le llama “Ietziat Mitzraim”, que significa “la salida de Egipto”. Mira bien, NO dice “la salida de los israelitas esclavos en Egipto”, sino “la salida de Egipto”. Porque tal fue lo que ocurrió, la primera nación del mundo fue liberada de su Sistema de Creencias mágico, para que conocieran y reconocieran al Creador que es el Señor del universo, el Rey de reyes.
Hay justicia, porque hay Juez.
Hay bondad, porque Él es Misericordioso.
Hay shalom, porque Él no es sobornable ni se lo puede engañar.

Ese Dios nos libera y luego nos da una señal perpetua de nuestra relación con Él.
Ya que regala al pueblo judío el elemento catalizador llamado día del Shabat.
Con él, el pueblo judío tenemos la conexión mental y emocional siempre a mano, cada semana, cada día, de forma tal de no volver a estar sometidos a la esclavitud de reemplazar a Dios con el EGO.
Shabat nos reordena las creencias, nos limpia del sometimiento supersticioso.
Nos confirma que hay un Dios y que está en control.
Podemos descansar confiados en Él.

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