כל חטא מדאיב את הלב, מפני שהוא סותר את האחדות שבין האישיות הפרטית עם כל ההויה כולה, ומתרפא הוא רק ע»י תשובה
(אורות התשובה ח)
El maestro de generaciones, el venerable Rav Kook es el autor de tan profunda e incisiva enseñanza.
Te la traduzco, a pesar de las dificultades habituales inherentes a la traducción y multiplicadas enormemente en el caso de las enseñanzas del HaRaAYaH:
“Todo pecado hace doler al corazón, porque contradice la unidad de la personalidad individual con todo lo existente, y se cura solo por la TESHUVÁ (proceso de sincronizar el Yo Vivido con el Yo Esencial, comúnmente traducido como “arrepentimiento”).”
Sería una imprudencia y torpeza de mi parte añadir algo a la insuperable instrucción del maestro, sin embargo, compartiré una breve enseñanza, bajada al nivel de quien esto escribe.
Las criaturas estamos todos conectados entre nosotros y con el Creador, pero difícilmente tomamos conciencia de ello en este mundo de la separatividad.
Acá no creemos que somos las máscaras que nos van poniendo incluso desde antes de nacer, y aquellas que vamos armando con retazos de información, creencias y fantasías.
Al final, terminamos exiliados de nosotros mismos, con una brecha entre lo que creemos que somos (el Yo Vivido)y aquello que en verdad fuimos, somos y seremos (el Yo Esencial, o NESHAMÁ, o espíritu, o chispa Divina).
Cada pecado, es decir, cada acción que nos desvía de reflejar nuestra NESHAMÁ en esta vida. va sumiéndonos en mayor desconexión y por tanto caos.
Como si cada pecado fuese una mancha que va recubriendo la pantalla que rodea nuestra NESHAMÁ. La luz sigue brillando con la misma intensidad, impoluta, inalterable; pero una barrera opaca su resplandor, que se va apagando para nuestra recepción.
Es como si la LUZ se fuera mitigando, cuando en verdad sigue tan radiante como el primer día, con la prístina conexión con el Eterno; pero de ello no nos damos cuenta.
Al estar confundidos, desorientados, perdidos, descarriados, tratamos de asirnos a cualquier cosa que nos brinde esperanza, o promesas de bienestar, o sensación de poder.
Porque el sentirnos poderosos es lo que andamos buscando en esta vida, para de cierta forma reencontranos con el poder ilimitado de nuestro Padre.
Entonces, nos apegamos a ideologías de todo tipo, sean éstas políticas o religiosas o de cualquier paño; con lo cual nos llegamos a creer en posesión de poder y con seguridad. Te hago un spoiler, es solo la sensación, porque en ninguna parte se alcanza la verdadera plenitud del poder sino solamente cuando nos rebelamos al Sistema de Creencias para revelar en nuestra vida la NESHAMÁ.
Las ideologías son otras manchas, primas hermanas de los pecados, porque nos apartan de la esencia, nos alienan del Creador y por tanto de nosotros mismos.
Nos ahogan en sus mandatos, en sus doctrinas, anquilosando el Sistema de Creencias que nos esclaviza.
Y no es con más ideología que saldremos a la libertad y tendremos el reencuentro con nuestro ser eterno y con nuestro Creador.
Sino solamente por medio de la TESHUVÁ, que ya más arriba dimos una breve definición de lo que es.
El retornar a las acciones correctas, el desbloquear nuestra psique (mente y emociones), es lo que lleva a sincronizar el Yo Vivido con el Yo Esencial.
Para lo cual no es necesario pecar previamente, porque al estar en este mundo ya cargamos la pesada mochila del Sistema de Creencias, que nos apabulla el corazón y nos duele.
Qué mejor que este tiempo de Pesaj, de Sefirat haOmer y de distanciamiento físico social para rascarnos las pulgas que son los pecados, incluido entre ellos el Sistema de Creencias tosco y patrocinado por el EGO.
Podemos sanar el corazón y con ello nuestro entorno.
Es posible, simplemente es cuestión de ponernos a andar por la senda correcta.
Y por supuesto, nada tiene que ver con religión todo esto.
Ni tan siquiera con rituales o algunos mandatos sociales.
Sino con romper las cadenas del Sistema de Creencias, reventar toda ideología que no es más que idolatría, y abrazarnos a nuestra NESHAMÁ con SU código de conducta.
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