La gente que se considera a sí misma “espiritual”, tiene la costumbre de creer que la vestimenta es algo “de este mundo”. Una cosa muy irrelevante e incluso con tendencia al pecado. Como si solamente la gente “terrenal”, bastante hueca se podría decir, es la que presta atención a esos asuntos tan superficiales.
Sin embargo, en la propia Torá encontramos directas evidencias de que la vestimenta cumple (a veces) roles extraordinariamente importantes, de indudable virtud espiritual.
Ejemplos abundan, pero quiero solamente referirme a uno y a través de las palabras del Sefer haJinuj. Siguiendo a los Maestros (Talmud, Zebajim 17b), éste explícita en el precepto positivo 33 lo siguiente:
בזמן שבגדיהם עליהם, כהונתם עליהם, אין בגדיהם עליהם, אין כהונתם עליהם, ויחשבו כזר העובד שהוא במיתה.
Doy por sentado que lo entendiste, o que fuiste tentado por los imperfectos traductores automáticos online para revelar el secreto sagrado aquí escrito.
Igualmente, te brindaré la traducción junto al contexto.
Se está hablando de las ropas que con detalle y agobio la Torá prescribe para que usen los cohanim, los encargados de la tribu de Leví en el servicio de las cuestiones sacras y especialmente las del Templo del Todopoderoso.
Cada pequeño pormenor es referido por el Legislador, para que se tenga en estricta condiciones la vestimenta acorde a los cohanim para su tarea sagrada.
Entonces, el Jinuj nos dice: “cuando sus ropas de sacerdocio están sobre ellos, entonces la cualidad sacerdotal es sobre ellos. Pero, si no tienen la ropa de sacerdocio puesta, la cualidad sacerdotal no es sobre ellos. Entonces, si hacen la tarea sagrada son considerados como extraños, como no cohanim, que en esta situación merecen la pena de muerte”.
Dejemos de lado lo de la pena de muerte, no es el tema de este estudio; concentrémonos en aquello de que la cualidad sacerdotal depende de si los sacerdotes vestían las ropas o no.
Ésta resulta una sentencia muy extraña, puesto que todos los descendientes de Aarón, hermano de Moshé, son cohanim por derecho de nacimiento. Si bien no todos pueden ejercer en el servicio divino, y hay algunos que quedan por cuestiones legales excluidos de los derechos inherentes al sacerdocio, sine embargo, ¡es un derecho de nacimiento no por la ropa que se está vistiendo!
El Mordejai traía en su comentario para Guitin (inciso 461):
«מעשה בכהן שיצק מים על ידי רבינו תם. והקשה לו תלמיד הא שנינו בירושלמי המשתמש בכהונה מעל?! והשיב לו, שאין בהם קדושה בזמן הזה, דקיימא לן בגדיהם עליהם קדושה עליהם, ואי לא לא. והקשה אם כן כל מיני קדושה לא ליעביד להו?! ושתיק רבינו תם».
Lo resumo como: es una cuestión tan compleja que los sabios prefieren no profundizar en esta época en ella.
De hecho, es conocida la diferencia en este aspecto entre Maimónides y Najmánides, por tanto, ¿quiénes somos para declarar alguna cosa legal al respecto?
Lo que sí podemos aprender es que en todo momento debemos prestar atención no solamente a las cuestiones etéreas, aquellas que las mentes confundidas pretenden ser único ámbito de alcance de la espiritualidad, sino al resto de nuestra cuatro dimensiones humanas: física/material, emocional, social y mental. Porque lo espiritual encuentra su reflejo en cada una de ellas. Porque lo espiritual tiene su manifestación en cada una de ellas. Porque lo espiritual debe regir sobre cada una de ellas.
Por lo cual, en privado o en público, que la ropa sea siempre un atributo personal que nos distingue y eleva.
Que NO sea un atavío de vanidad o petulancia. Que no induzca al pecado o al error. Que no sirva para molestar ni para desmedrar nuestra personalidad.
Que tenga utilidad práctica y también resonancia simbólica positiva.
Cada uno de acuerdo a su rol, circunstancias, contextos, posibilidades económicas.
Pero siempre sirviendo para empoderarnos: para ser poderoso y evitar la debilidad.
Por ello: ¡no uses la ropa que identifica a otro! Ni tampoco te apropies como si fueras amo de los símbolos de una cultura a la que no perteneces.
Que tu ropa te sea cómoda, práctica, adecuada y que revele TU personalidad.
Recuerda que tu personalidad NO ES el Yo Vivido, porque ese es el disfraz que vamos usando y cambiando en esta vida; sino que es el Yo Esencial (tu espíritu, la chispa de Dios que eres).
Entonces, si tu vestimenta se adecua a quien eres, entonces logras que tu humanidad sea netamente humana y no solamente una máscara que oculta tu personalidad.
En síntesis, permite que sea el Yo Esencial (el espíritu) quien también dicte tu moda.
Y recuerda, aunque muchísima gente confunde espiritual con cosas emocionales o religiosas, ¡no tiene nada que ver con ellas!
¿Esto quiere decir que todos tenemos que ir “disfrazados” de lo que las masas ignorantes identifican como “judío”?
Es decir, ¿con camisa blanca, traje oscuro, sombrero, gruesas barbas, etc.? ¿Con faldas pesadas, medias opacas, trapos cubriendo la cabeza, etc.?
¡Ciertamente que no!
Cada uno vistiendo según su cultura, su época, sus costumbres.
Cada uno cubriendo aquello que debe estar cubierto, pero siempre atendiendo a que el ropaje nos demuestre espléndidos, en la medida de nuestros recursos materiales.
Para finalizar este estudio, te recomiendo que lo leas pensando en Purim y la costumbre de disfrazarse. También en el relato de la Meguilat Ester y cómo la gente iba por la vida tapando su verdadera identidad porque vestían personalidades que más bien eran personajes. Sin embargo, el mensaje es para todos los días, para todas las personas.
Y sí, también tiene notable importancia en épocas críticas del Covid-19, pero no quería tocar ni siquiera de reojo este tema.
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