Regresan los exploradores de recorrer la Tierra durante 40 días.
Diez de ellos indican que si bien la tierra tiene potencial material, la empresa de conquistarla y asentarse en ella resultará imposible. El sufrimiento y la aniquilación les esperan por delante.
Pero dos de los exploradores afirman lo que es cierto, que la aventura está asegurada pues el Jefe así lo ha prometido. Está en ellos hacer su parte, ascender a la Tierra y tomar posesión de ella.
¿Qué hacer?
¿Escoger la opción A, la de los que ven la realidad como es, y con su franqueza descomunal muestran el abismo terrible ante ellos?
¿O elegir la opción B, la de los que confían en palabras de profetas y lanzarse a una tarea que parece inaccesible, pero afianzados por el Creador?
¿Qué hacer?
La muchedumbre se desanima, desorientada por el EGO, por la esclavitud sobre sus hombros, llevada por su Sistema de Creencias, eligen la senda que asume el fracaso incluso antes de comenzar a probar suerte.
Entonces:
«Todos los Hijos de Israel se quejaron contra Moshé y Aarón; toda la congregación les dijo: –¡Ojalá hubiésemos muerto en la tierra de Egipto, o en este desierto! ¡Ojalá hubiésemos muerto!»
(Bemidbar/Números 14:2)
¿Te das cuenta lo terrible de esto?
Esta gente confundida dice con total convicción que prefieren morir en ese espantoso desierto; dicen que prefieren morir en la terrible esclavitud que les torturaba en Egipto; votan por seguir encerrados en sus celditas mentales, limitados por sus zonitas de confort.
Esas pequeñas de irrealidad a las que nos aferramos, a las que nos desvivimos por llamar “hogar”; pero que en verdad son prisiones de muerte.
La muerte en vida.
La impotencia que corroe todo el ser y no da paso al crecimiento, al mejoramiento, a la construcción de SHALOM.
Ellos están en el desierto y vienen de la tierra del tormento, y sin embargo declaran que estarán mejor allí y morir encerrados en sus celditas mentales, con tal de no dar un paso hacia la zona desconocida, tal como representaba para ellos la Tierra de Promisión.
Era tan terrible el peso de su Sistema de Creencias, gobernado por el EGO, que ni siquiera la intervención directa del Todopoderoso los obligó a romper con ello y ser fabricantes de una mejor realidad.
Se quedaron en su celdita mental, detrás de las excusas opresivas del Sistema de Creencias.
Pasaron montón de sucesos y fueron rescatados por el milagro directo del Creador.
No podían dejar de admitir que la Divina Presencia estaba allí, interviniendo para ellos.
Los sucesos maravillosos no paraban de beneficiarlos.
Tenían la profecía directamente del Padre, y al maestro Moshé enseñando.
Y sin embargo, nada de ello operó el milagro de rescatarlos del Egipto interior.
¡Cuánta enseñanza para nosotros!
¡Tremendas moralejas para aquellos que queremos vivir construyendo SHALOM!
Para los que tratamos de poner en sincronía el Yo Vivido con el Yo Esencial.
¿Te animas a comentar aquí debajo lo que aprendemos para llevar a la práctica?
Gracias.