El hombres es esclavo del EGO.
No es una cuestión de voluntad, intelecto, creencia, ganas de crecer, estudio, fuerza, pasión, religiosidad… simplemente, es un hecho marcado por la naturaleza y amplificado por la sociedad.
Podemos llenar nuestro seso de datos, lubricar las neuronas con meditaciones filosóficas, entrenarnos en fórmulas científicas y frases de personalidades notables, llenarnos de misticismo y de clases de “ética”, perseguirnos con ideas de dioses vengativos, o apaciguarnos con supersticiones arrobadoras, rodearnos de cófrades y camaradas bien intenciones, reunirnos en asambleas de piadosos y estudiosos, afiliarnos a partidos extremistas y religiones fanáticas, todo esto y todo lo que se le ha ocurrido al humano a lo largo de los siglos para elevarse de sí mismo; lo cierto es que ninguna de éstas es una llave a la NESHAMÁ, y por tanto la cancelación del EGO.
No hay como escapar –al menos no con facilidad- de esta realidad, porque el EGO es una parte propia del hombre, no una personalidad añadida, ni un ángel caído, ni una mala educación, ni carencias en el aprendizaje, ni un adoctrinamiento falaz, ni la falta de entendimiento, ni una enfermedad, ni un corazón podrido, ni una comunidad corrompida, ni una “raza” en particular, ni siquiera es una posesión demoníaca que se pueda espantar con rituales y el “poder de la fe”.
El EGO está en la base de lo que somos, y es el que ha motivado infinidad de construcciones sociales, entre las cuales se destaca –negativamente- la religión.
Así pues, ninguna religión, ni el humanismo, ni la religión atea, ni el agnosticismo, ni el comunismo, ni el fascismo, ni el capitalismo, ni el liberalismo, ni el veganismo, ni la meditación trascendental y sus similares, ni las filosofías orientales como tampoco las occidentales, ni cualquier otro ismo está capacitada para darnos una mano en ser libres del EGO.
¿Esto quiere decir que estamos perdidos y no existe oportunidad para la redención personal y colectiva?
Pues, no estamos condenados a sufrir la tiranía del EGO por siempre.
Es posible y viable la redención mesiánica, personal y colectiva.
Solo que para alcanzarla, hay que trabajar, y mucho.
Para luego, seguir a la sombra del EGO, pero ya con mayor claridad que proviene de la LUZ de la NESHAMÁ.
Hemos ido compartiendo centenas, o quizás ya son miles, de textos que enseñan fragmentos de enseñanzas para encontrar esa redención mesiánica.
Leerlos, estudiarlos, repasarlos, memorizarlos, obviamente no es suficiente.
Pero sirve para comenzar, es un largo y complejo camino el que arranca con Moshé ante la zarza ardiente que no se quema hasta que Israel se asienta en su tierra y goza de paz, prosperidad y la irradiante Presencia Divina en el Santo Templo del Creador.