Imagina a un elefante rosado con un hombre ebrio encima.
Visualízalo bien, con detalles.
Repite mientras lo haces: “Veo un elefante rosado con un hombre ebrio encima”.
Velo pero favor, encuentra los detalles de esa imagen.
Hazlo hasta que lo tengas definido claramente en tu mente, luego continúa leyendo.
Gracias.
Ahora, tómate un par de minutos de descanso, haz otra cosa, no sigas leyendo esto, ocúpate en algo, solo un par de minutos y luego continúa leyendo lo siguiente.
Siéntate en algún sitio tranquilo ten a mano papel y lápiz.
Ordénate que por los siguientes cinco minutos por tu mente no cruce la imagen de un elefante rosado con un hombre ebrio encima.
Quédate ahí sentado, sin hacer nada, solamente viendo el reloj hasta que pasen los cinco minutos que te he pedido.
Recuerda, no pienses en el elefante rosado con un hombre ebrio encima.
Si pasa por tu mente, aunque solo sea fugazmente, haz una marca con tu lápiz en el papel que tienes a mano.
Con que aparezca alguno de los elementos de la imagen, o alguna de las palabras asociadas directamente, ya es suficiente para rayar una marca en el papel.
Gracias.
Ahora, ya han pasado los cinco minutos.
Quisiera que contaras cuantas veces pasó por tu mente la imagen que debías no recordar, no visualizar.
¿Puedes hacerlo y luego compartir con nosotros el número? Aquí debajo, en la zona de comentarios, tienes para hacerlo. Gracias.
Supongo, pues es lo que los estudios científicos (Wegner et al., 1987) indican, que tienes más de una marca en tu papel.
¿No es así?
Sí, seguramente que sí, son pocos los que logran expulsar de su mente la imagen que debe ser bloqueada.
Pero… ¿cómo puede ser, cómo se atrevió a aparecer ese oso payaso en tu hogar si te ordenaste no pensar en ello?
Qué… ¿acaso no eres el dueño de tu mente, de ti mismo, que no puedes poner un poco de orden en tus pensamientos por cinco minutitos?
Vamos… intenta dar justificaciones… por favor, déjate llevar por tu impulso “natural” de elaborar alguna excusa. Está bien, quisiera que la compartieras como comentarios aquí debajo. Vamos… justifica que el intruso cruzó por tu mente, fugaz o persistentemente, y tú no tenías poder para someterlo a tus órdenes.
Si eres de los pocos, poquísimos, afortunados que REALMENTE expulsaron la imagen intrusa de su mente, te pido que por favor también nos lo compartas y si quieres nos dices cómo lo lograste, qué método o técnica usaste para ello. Gracias.
Ahora, dejemos a un costado esta experiencia y veamos juntos un poquito qué puede haber sucedido y de paso responder a sí eres tú quien manda en tu mente.
Acompáñame.
Es frecuente que quieras despejar tu mente de ciertos recuerdos o pensamientos, por ejemplo cuando giras en tu cama sin poder dormir porque aparecen una y otra vez pensamientos intrusos. O cuando no te puedes despegar de ciertas imágenes que te desagradan, aunque haces el esfuerzo para borrarlas de tu pantalla mental. O aquellas veces que te salta la duda de si apagaste la cocina, cerraste la puerta, dejaste todo limpio, etc. y no puedes relajarte y enfocarte en otra cosa hasta que vas y compruebas una y otra vez lo que te pone dudoso. O tal vez sean esas creencias que desde muy pequeño te han inculcado, sobre dioses, salvadores, infiernos, maldiciones, moralina, etc., que ahora vez claramente que no son más que un cuento espantoso y manipulador, pero que sin embargo te siguen persiguiendo y acosando como si fueran poderosos y reales. O cuando te propones hacer tal o cual dieta para bajar de peso, y no paras de suspirar por esos postres, anhelar esas golosinas, soñar despierto por aquellos bocadillos, te invaden los pensamientos y deseos por comida, justo ahora que estás en medio de una simpática dieta para dejar de ser gordo.
Esta disputa mental, entre pretender bloquear un contenido y su insurgencia, no es un hecho trivial, inocuo, sino que puede incluso emporar la situación que se intenta evitar recordar, pensar, fantasear, etc.
En parte por la ansiedad y/o angustia de vernos sometidos a la impotencia de ni siquiera tener el mando sobre nuestra mente, sobre nosotros mismos.
En parte por desgastarnos en combates que resultan en fracasos, que consumen energía, recursos, que podrían ser empleados en direcciones más beneficiosas.
En parte porque el motivo que nos llevó a querer bloquear esa imagen sigue latente, operando, vigente, trayendo a la mente contenido que nos resulta ingrato, el cual tememos o repudiamos o simplemente queremos mantener por fuera de nuestra vida.
Todas estas, entre otras causas, son las que van engrosando el sentimiento de fatiga, de falta de éxito, de pesar, etc.
Resulta paradójico quizás, pero las personas que no hicieron esfuerzos para evitar las imágenes, fueron atravesados por ellas en menos oportunidades, con menos rigor e intensidad.
Es como si la batalla por suprimirlas hiciera que se fortalecieran.
De hecho, así lo indican los estudios científicos al respecto.
Cuanto más luchas por ocultarlos, por hacerlos invisibles, más poder tienen, con más frecuencia se introducen, más difícil es alcanzar el “control”.
Profundizando más, se constata que son las imágenes cargadas emocionalmente las que más empujan por sobresalir a los intentos por bloquearlas mentalmente.
Como si en la batalla de emociones censuradas y pensamientos censuradores, éstos últimos tuvieran las de perder.
Podría parecer sorprendente, pero luego de tantos años de compartir juntos nuestros conocimiento de CabalaTerapia, no lo es tanto.
Las emociones son el motor, el pensamiento el timonel.
Pensamiento sin emoción, es quietud de muerte, petrificarse, rigidez, actitud estática, silencio de sepulcro.
Emoción sin pensamiento, es caos, movimiento sin dirección, agitación, barullo, una multicolor feria desordenada.
Necesariamente la persona debe encontrar la armonía entre sus dimensiones, dejar de luchar entre sí, descubrir que es imposible controlar todo y que al desesperarse por controlar todo más se hunde en el descontrol. Ni una punta, ni la otra, la armonización, el aceptar el surgimiento de recuerdos o imágenes molestas o pesarosas sin desmoronarse por ello, aceptando, fluyendo con la corriente que pasa y no puede ser detenida.
La buena noticia es que cuanto más se consigue evitar enredarse con los pensamientos intrusos, cuanto menos se pelea, cuanto más uno se entrena a “dejar ser” sin ponerse en pie de guerra para evitarlo, entonces resulta que la imagen intruso se va descolorando, se va desvaneciendo, va quedando en el olvido (Trinder y Salkovskis, 1994).
¿Extraño?
Cuanto más te esfuerzas por vencer, más energía gastas en taparlo debajo de la alfombra, entonces menos triunfas.
Cuanto menos energía le dedicas a negar su existencia, sino simplemente lo ves, lo pones en su cajoncito, sigues en lo tuyo, entonces más triunfas en evaporar lo que te hace daño desde dentro.
Vamos, si dejas la basura tirada en el piso, te tropiezas con ella a cada instante.
Si la metes debajo de la alfombra, allí abulta y no la puedes perder de vista, y te tropiezas con ella nuevamente.
Si sueñas con ordenar tu casa, fantaseas con un hogar pulcro, prometes que el lunes harás la limpieza general, pero no te quedas más que en palabras vacías, la mugre seguirá acosándote.
Pero si te tomas el mínimo esfuerzo de barrerla y colocarla en el tacho de desperdicios, deja de ser un problema palpitante y se diluye.
Un mínimo de energía constructivamente empleada es lo que se requiere para que el monstruo deje de entrometerse sin permiso y deje de provocar desbarajustes cada vez peores.
Es decir, no luches, no te concentres en olvidar, no huyas de reconocer que allí está, porque no consigues perderlo en el camino si haces cualquiera de estas cosas. Date cuenta, ubícalo en su cajoncito, dedícate a vivir, listo.
Entonces, si quieres dejar de fumar, no te impongas el no pensar en cigarro, está demostrado que eso aumenta el deseo de fumar (Salkovkis & Reynolds, 1994).
Piensa en fumar, si eso te viene a la mente, no luches contra la idea, no te sientas culpable por el surgimiento de tal idea, reconoce que allí está y que es normal (eres un adicto en proceso de recuperación), simplemente no lo hagas (no fumes).
Lo mismo para la dieta para adelgazar, seguro te vendrá a la cabeza comida, comida, comida. No luches, no te desesperes, no dejes todo por un pensamiento o dos o mil que no te dejan en paz, simplemente tenlo en cuenta, sabe que eres un gordito que está en tratamiento de reducción de peso, ve a la imagen cruzar tu mente, pero no comas de más y sigue tu plan de ejercicios saludables.
Otra cosa, pon las ideas en positivo, no en negativo.
Más arriba, adrede había dicho del que quiere mantener su diera para no ser gordo, recién dije para adelgazar, pero también se podría decir “para estar en buen peso y saludable”.
¿Cuál te parece que es la expresión que más ayuda a tener el control apropiado (en lo que puedes) en tu pensamiento?
A partir de las pautas anteriores:
- no luchar,
- prestar atención un momentito y luego guardar en el cajoncito,
- proponer en positivo,
agregamos:
- enfócate en otras actividades.
Si te quedas ocioso o en lucha interna contra un recuerdo/pensamiento insurgente, entonces estás dejando a disposición del enemigo mucha energía que se revertirá en tu contra.
Pero cuidado, que no sea una trampa al solitario.
Si uno trata de distraerse intencionadamente de un pensamiento intrusivo, para lo cual se llena conscientemente de otros pensamientos, está escondiendo la mugre bajo la alfombra.
Esto provoca que el proceso inconsciente sea estar alerta, con un ojo puesto a ver si el método es efectivo o no, por lo cual, se está aguardando constantemente a que el pensamiento evitado reaparezca, por lo cual, aparece.
Por ello, no es bueno para la meta deseada el negar la presencia de lo que está y no se desea que esté.
Por más que hundamos con fuerza el pensamiento intrusivo, éste hará la fuerza para emerger más fuerte que antes.
No luchemos, no protestemos, no nos amarguemos, no neguemos, no nos hagamos los distraídos.
Entonces, tú que estás en camino de recuperación, de salir de la idolatría, de la droga, de la infidelidad, de la mentira, de la pereza, de lo que fuera, no pretendas ignorar las ideas que aparecen.
Volverá a tu mente cosas como “en el nombre de Jesús”, te estremecerás al recordar tus tiempos en la congregación de idólatras, volverán a surgir cosas que no son positivas, no te desanimes, no te dejes caer en la desesperación, no regreses a la cueva de los ladrones de la fe, no te sientas infiel a Dios, no te creas malo, no pelees contra esos malos recuerdos… déjalos ser, ellos están ahí, y no sabemos cuánto tiempo seguirán estando. Lo que sí sabemos es que obtienen fuerza de tus esfuerzos por quitarlos de en medio. No luches, no les des energía.
Espero tus comentarios, todo mi cariño para ti.
A construir shalom siempre…