De la retribución Divina

1- No sabemos quién es bueno y quien no lo es.

2- No sabemos quién es justo y quien no lo es.

3- No sabemos el grado de mezcla entre luz y sombras de cada persona.

4- Podemos suponer que tal persona es tanto de buena o no, o de justa o no, pero solo podemos suponer, nunca saber.

5- Tampoco de nosotros mismos.

6- Las cosas suceden, a los que suponemos buenos como a los que suponemos que no lo son.

7- Cosas que nos parecen malas y cosas que nos parecen buenas, de ambas suceden.

8- Lo que suponemos bueno no necesariamente le pasa siempre al que suponemos bueno.

9- Lo que suponemos malo muchas veces parece que le pasa al que suponemos bueno.

10- La “retribución” Divina no se valora de acuerdo al grado de bien que nosotros suponemos le corresponde al que suponemos bueno.

11- Es imposible para nosotros comprender el mecanismo de la retribución Divina.

12- Por consiguiente, lo mejor que nos queda es hacer lo que es bueno y lo que es justo, no de acuerdo a nuestra suposición, sino de acuerdo a lo que el Eterno ha consignado como tales.

13- Seguramente que no actuaremos siempre de acuerdo a lo que es bueno, tampoco a lo que es justo. Esto es parte de la naturaleza humana. Igualmente nuestro compromiso debe ser con lo bueno y justo.

14- Que nuestras acciones buenas y justas sean sin esperar ninguna retribución, absolutamente ninguna.

15- No esperar nada a cambio de lo que hemos hecho como bien y justicia, ni en el próximo mundo, ni en este mundo.

16- Si hacemos esperando algo a cambio, lo que obtendremos finalmente será amargura y decepción.

17- Cuando la acción es generosa en sí misma, sin espera de retribución, es cuando se alcanza la mayor grandeza y beneficio reales.

18- Ejemplo. El Job del capítulo primero hacía lo que hacía esperando obtener el favor del Eterno. No lo obtuvo.
El Job del capítulo 42 dejó de esperar recibir dones a cambio de sus actos “buenos” y/o “justos”, simplemente hacía el bien al prójimo, era también justo en sus apreciaciones; fue allí cuando finalmente estuvo lleno de todo bien. Mientras pactaba negocitos con Dios, con el destino, era víctima de su EGO, se perjudicaba aunque se creyera santo y de renombre. Pero cuando el AMOR ocupó el lugar que le correspondía, entonces ya dejó de pretender pactos con Dios, ya no buscó más manipular la realidad según su antojo, estaba a merced de lo que sucediera, y le sucedió lo bueno.

19- Pretender ejercer el control “metafísico” de la realidad a través de actos de supuesta bondad y justicia, es una estrategia del EGO.

20- Controlar lo que está al alcance y dejar fluir el resto, es abrir la puerta al bienestar.

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