"Entonces Shemuel [Samuel] habló a toda la casa de Israel, diciendo: -Si de todo vuestro corazón os volvéis al Eterno, quitad de vuestro interior a los dioses extraños y las Astartes, y preparad vuestro corazón para el Eterno. Servidle sólo a Él, y Él os librará de mano de los filisteos."
(1 Shemuel / I Samuel 7:3)
Veamos la sección que expresa: “quitad de vuestro interior a los dioses extraños”, que también es posible hallarla traducida como “quitad de en medio de vosotros los dioses extraños”.
¿Cuál sería la pregunta obvia que se desprende de estas palabras sagradas?
Podría ser: ¿qué dioses extraños habitan en el interior de cada persona que deben ser desalojados para permitir un corazón en armonía con Dios, un servicio genuino hacia Él, la libertad de los opresores?
Pensemos, ¿que dioses extraños nos dominan desde dentro?
Muchas quizás podrían ser las respuestas válidas, pero te quiero señalar una que es evidente a poco que comenzamos a estudiar la naturaleza humana y cómo vivimos.
Sí, en esta sagrada casa ya lo hemos denunciado a ese gran enemigo interno, que en un momento fue un amigo pero luego se pervirtió: el EGO.
No te lo describiré nuevamente, te ruego que sigas los enlaces que están aquí y leas, comprendas y crezcas en conocimiento al respecto de este tema fundamental. Sé que lo harás, aunque te tome tiempo y esfuerzo, por ello te agradezco.
El EGO es ese “dios extraño” que está en nosotros, que nos domina, que no nos da libertad, que no nos deja ser leales a Dios, que nos lleva a la sumisión más penosa, que nos hace vivir de fantasías e irrealidades, que perturba nuestro corazón y nubla nuestra mente.
Sí amigo mío, es el EGO el “demonio” que se aloja en nuestro interior y que obstaculiza nuestro desarrollo integral, nuestro crecimiento armónico multidimensional.
Es el EGO el culpable del dominio que nos lleva a poblar de cáscaras que recubren nuestra luz espiritual pura.
Es el EGO el que nos viste de disfraces y esconde nuestro rostro detrás de torpes máscaras a las que llamamos: “yo”.
Lee esto, y este también, y no olvides este otro.
En palabras del Sagrado Libro de los judíos:
"Dijo el Eterno en Su corazón: ‘No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre, porque el instinto del corazón del hombre es malo desde su juventud.’"
(Bereshit / Génesis 8:21)
Que se puede interpretar como: desde su nacimiento el humano carga en su interior, en su corazón, una tendencia hacia el mal, egoísta, que paradójicamente niega la vida para seguir con vida. Un mecanismo natural, que no es una maldición ni una posesión diabólica, sino un elemento que forma parte de la naturaleza humana, pero que sin embargo se desborda, quiebra sus límites, pervierte su finalidad y se transforma en pesada carga que mortifica a la persona.
Tal es el EGO, mi amigo.
El EGO es un “dios”, al cual adoras, pero no lo denominas como tal.
Le pones diferentes, lo vistes de religión, incluso tienes el atrevimiento de llamarlo “Dios”, “Padre”, “Aba”, “Dios de Israel”, etc., pero no deja de ser tu oscuro EGO.
El EGO te somete, te rebaja, te humilla, te hace creer fantasías, deliras a causa del EGO, pero infantilmente inventas justificativos y excusas para aferrarte a él.
Gritarás, insultarás, te harás la víctima, reclamarás, te quejarás, te ofenderás, ofenderás, porque trabajas 24 horas al día para satisfacer a tu EGO, lo que te deja vacío y sin sentido a ti.
Quita el dios de piedra y madera de tu interior, para que puedas ser tú, para que puedas servir a Dios en verdad.
Tristemente para la mayor parte de los lectores de estas líneas el resultado no será liberador, no encaminarán sus vidas hacia la Luz, sino que movidos por el EGO (como muñecos de trapo) encontrarán la manera de atarse aún más fuerte a su “dios” interior, el EGO, y a sus dioses externos (sea Jesús –con el nombre que quieran darle-, Buda, algún Sai oriental, un dios de la Nueva Era, el dinero, la fama, la droga, el poder, etc.).
Es que, desde el comienzo de la humanidad es el EGO quien tiene el dominio, el que aparta al hombre de Dios, el que aliena al hombre de sí mismo.
Para terminar el encuentro del día de hoy con una nota positiva, es posible librarse del EGO, al menos de la esclavitud a él de su modo más grosero.
- Comienza por tomar conciencia de tu estado lamentable.
- Aprende a darte cuenta de las trampas y herramientas del EGO.
- Cumple con los mandamientos que te corresponde, los noájidas para gentiles los 613 para los judíos.
- Deja de buscar la aprobación ajena.
- No pretendas controlar lo que no puedes controlar.
- Recurre al Padre Eterno con simpleza, sin negocitos o arreglitos.
Estas son buenas maneras para ir quitando al “dios” interior y encontrar el lazo con el DIOS infinito.