El atrevido

«Pero el faraón respondió: –¿Quién es el Eterno para que yo escuche su voz y deje ir a Israel?
Yo no conozco al Eterno, ni tampoco dejaré ir a Israel.»
(Shemot/Éxodo 5:2)

“¿Cómo se atreve a decirme/hacerme eso?”.

Con esa frase el EGO te hizo tropezar para caer en su telaraña que cada vez se va ajustando más y más, acogotándote, angustiándote, llevándote a una mayor sensación de impotencia y nulidad.
El enojo se apodera de ti, ofusca tu pensamiento, secuestra tu mente.
Pierdes el foco y la concentración, la atención queda anclada a “eso que se atrevió a decirme”.
Sí, tal cual, el orgullo es una manera segura para quedar encerrado en celditas mentales de dolor, sufrimiento e impotencia.
Porque, el orgullo hace que cualquier cosita se transforme en una brutal e imperdonable ofensa.
Todo lo tuyo pierde su norte, ya nada importa, sino solamente que tu valor vuelva a subir en la Wall Street de las evaluaciones personales. Pero es triste, porque es un bien que no cotiza en la bolsa ni se adquiere, ni por medio de mentiras, ni engaños, ni manipulaciones, ni el aplauso zalamero.
Entonces, vas rodeado de una gran burbuja de aire que se formó alrededor tuyo, creyendo que es tu espléndida figura y no es más que una falsa imagen, una gran cáscara que encierra un amargado personaje, ese que estás representando.
Sí, te inflaste a más no poder, llenándote de vanidad, de valoraciones que no te corresponden, por lo cual estás alarmado, evitando que revientes y se muestre tu verdadera figura escuálida.
Atormentado por la impotencia te haces pasar por algo mucho mejor, lo que te pone en riesgo de reventar en cualquier momento y quedar peor que si fueras con humildad y honestidad.
Y el enojo y los gestos iracundos tal vez te libren de algunas ocasiones dolorosas, pero un calmante no cura el cáncer. ¿Entendiste?
La solución está en reconocer tu real valor, encontrar aquello que te retiene en pequeñeces y desarrollar aquello que te hará realmente grande.
Recuerda, en la Tradición el orgulloso es considerado como si estuviera cometiendo idolatría… tenlo en cuenta. Y el que se enoja… ¡también!
¿Supongo que sabes por qué?

Tomando en consideración esta enseñanza así como las miles anteriores que hemos compartido contigo, nos queda decir que depende de ti, de poder sortear las trampas del EGO y dejarte conducir por la NESHAMÁ.
El mensaje es claro, creo yo.

Para finalizar, es verdad que hay situaciones en que tienes todo el derecho de sentirte agredido, perjudicado, menospreciado y reclamar con absoluta justicia: “¿Cómo se atreve a decirme/hacerme eso?”.
Por supuesto que sí.
La cuestión es aprender a reconocer cuándo corresponde y cuándo es solamente tu vanidad lastimada por estar hinchada y descolocada.

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
3 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
Delallel

Gracias estimado.
Lo leí en un momento justo que había escrito en un muro de face. Luego me sentí como el globo, estallando o preguntando sin pensar en lo aprendido. Así sólo agrandar más la burbuja que un día explotaría.
Un saludo y gracias Maestro.

Delallel

A usted.
Ya con tan poco tiempo en estos días, darse un espacio para esta gran tarea en beneficio de tantos es un milagro y trato de no exagerar.
Un saludo.

0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x