El brazo de la princesa de Egipto

¿Sabes cómo conseguir un gran favor de los Cielos?
Presta atención a este estudio.

«וַתֵּ֤רֶד בַּת־פַּרְעֹה֙ לִרְחֹ֣ץ עַל־הַיְאֹ֔ר וְנַֽעֲרֹתֶ֥יהָ הֹֽלְכֹ֖ת עַל־יַ֣ד הַיְאֹ֑ר וַתֵּ֤רֶא אֶת־הַתֵּבָה֙ בְּת֣וֹךְ הַסּ֔וּף וַתִּשְׁלַ֥ח אֶת־אֲמָתָ֖הּ וַתִּקָּחֶֽהָ:
Entonces la hija del faraón descendió al Nilo para bañarse. Y mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del Nilo, ella vio la arquilla entre los juncos y envió a su sierva para que la tomase [o, estiró su brazo y lo tomó].»
(Shemot/Éxodo 2:5)

Batiá, como se llamaría en el futuro la hija del faraón, vio una canasta flotando sobre el río.
Sabía que no contenía la comida para el picnic de algún desafortunado, sino algo muy especial.
Ella intuía, de alguna manera tenía la certeza, de que dentro encontraría un niño de los hebreos.
De cierta forma este hecho era para ella una respuesta de “los dioses”, pues era estéril y solamente una dádiva milagrosa podría hacerla madre.
Ahora “los dioses” la estaban recompensando.
Sería tal vez por su actitud contraria a su padre en lo que refiere a exterminar varoncitos judíos, pues a ella le parecía un hecho atroz, incoherente para su padre y pueblo.
Ella se había rebelado contra su padre, contra el rey más poderoso de la época, para obligarlo a que cesara en su crueldad sin nombre.
De pronto, ahí flotando por sobre el dios río Nilo, había un bebito judío, para que ella fuera madre, para que tuviera ocasión de demostrar al faraón cuán equivocado él estaba.
El único problema es que la canastita flotaba lejos, no era fácilmente accesible. Es por ello que la Torá dice “vatishlaj et amatá vatikajea”, que en una traducción directa significa: “envió a su sierva para que la tomase”. Algo bien sencillo de comprender, pues la señora noble no iba a ponerse en riesgo, ensuciarse, o lo que fuera para conseguir aquella balsita, teniendo a su alcance servidumbre que estaban para cumplir sus deseos.
Sin embargo, el Midrash prefiere regalarnos otra idea, pues traduce “amatá” como “su brazo”, cosa que es perfectamente correcto en hebreo, ya que “amatá” significa esto y también “su sierva”.
La cuestión es que el Midrash no se queda solamente con que la princesa estiró su brazo para alcanzar la arquilla en un movimiento obvio y comprensible, sino que agrega el Midrash que el brazo de Batiá se alargó, como si fuera del Hombre Elástico hasta alcanzar una distancia considerable pudiendo agarrar milagrosamente el arca y traerla.
Supongamos que el Midrash no es para ser tomado literalmente, tal como nuestro gran maestro Maimónides enseña, sino que contiene enseñanzas, pensamientos, claves de comprensión.
Por lo cual, no debemos esperar que realmente el brazo de la dama se transformó en una aberración, ni que pudo estirarse varios metros para realizar una hazaña mágica.
Entonces, ¿cuál es la enseñanza?
Entre otras, que está en cada uno de nosotros plantearse objetivos para alcanzar y que aunque parezcan lejanos y hasta imposibles, debemos hacer nuestro esfuerzo, dar lo mejor de nuestra parte. Estirar el brazo hasta su máxima distancia, sin poner peros, sin dar excusas, sin derrotarnos antes de enfrentarnos a la tarea. Como la princesa tenemos que hacer lo que está a nuestro alcance que hagamos, manejarnos con las herramientas que tenemos. Luego, el resultado final ya no depende de nosotros; pero lo que sí depende es nuestra actitud/conocimiento/acción que está a nuestra disposición.
Nos toca hacer nuestra parte y dejar a los demás que cada uno haga la suya, también Dios con la parte de Él.

¿Qué te parece esta magnífica enseñanza que llega a ti desde nuestra sagrada Tradición?

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Se agradece y se confía en que hay retribución desde lo Alto.

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