El caos existe, oh sí, claro que existe.
Desde el inicio de los tiempos hasta hoy el caos es una presencia en lo micro así como en lo macro.
El caos es un hecho, no una cuestión de creencias o filosofía.
Como todo lo que el Creador hizo, tiene su lugar y tiempo, es necesario.
¿Eso significa que sea deseable?
Por supuesto que no en general, sino solamente allí donde aporta al bienestar.
Tal como la destrucción, que es una parte imprescindible para el perfeccionamiento de la creación.
O la crisis, con sus temibles terremotos que acaecen con o sin preparación y/o voluntad.
Así mismo es el caos.
No podemos ignorar que el caos es un elemento corriente y cotidiano.
A cada instante parte de tu ser se encuentra en caos, porque el bamboleo caos-equilibrio se termina (materialmente) solo con la muerte.
Porque el caos no es una entidad metafísica distante, una divinidad pagana confusa, sino un estado habitual del universo, en lo micro así como en lo macro.
Si infantilmente pretendiéramos expulsar el caos del universo, estaríamos deseando la aniquilación de todo lo existente.
¡El fundamento del universo depende del caos!
Si nos quisieran vender la idea metafísica de que el caos es una fantasía que se elimina con el deseo mágico, nos están vendiendo espejitos de colores a cambio de oro.
En el relato de la Creación, en el Bereshit, encontramos un patrón que se repite, una y otra vez en cada uno de los seis ciclos creativos:
– propuesta;
– realización;
– perfeccionamiento.
El Creador lo propone, lo realiza y luego lo perfecciona.
En cada uno de los seis días que van desde la nada original hasta el final del sexto ciclo.
El séptimo ciclo, el universal día del Shabbat, no acontece diferente a los anteriores en este patrón reiterado.
La diferencia radical es que depende del hombre asociar con el Creador, asociarse a Él, para que de esa manera la realización sea perfeccionada.
Es lo que se ha dado en llamar “TIKÚN OLAM”, el perfeccionamiento de la creación.
Sin embargo, esa tarea no implica la evaporación del caos, sino su uso para desarrollar el plan de la Creación.
A veces usar el caos implica aceptar nuestra limitación y por tanto fluir con la impotencia, es decir, experimentar el caos de la falta de control y de esa forma obtener un verdadero control.
Otras veces significa hacer uso de nuestra potencia para ordenar aquello que precisa estar ajustado.
Esto está también enunciado en el sentido profundo de TISHÁ BEAV, día de ayuno y luto, pero que sin embargo es denominado MOED (festividad) en la Tradición.
Así como en las leyendas que afirman que al estar siendo destruido el Templo también estaba naciendo el Redentor.
Tal como PURIM es el epítome de la paradoja, lo es TISHÁ BEAV. Días que esconden su rostro en caretas que demuestran su contrario.
Este texto es de una intensa enseñanza cabalística, en frases bastante cortas y en apariencia sencillas.
¿Estarías dispuesto a comentarnos al respecto?
Se agradece, tanto tu silencio como tu actividad constructiva.