El conocimiento judío

Existe un conocimiento inerte, es aquel que se apila, como bloques en una muralla.
Se obtiene de afuera, se acumula, se amontona y a veces hasta se organiza de cierta forma que podría resultar provechoso para acomodarse a diferentes situaciones.
Depende en buena medida de la memoria, por tanto, al fallar ésta se pone en riesgo toda la estructura formada.

Existe el conocer que no es una acumulación de datos y técnicas, sino una reconstrucción de aquel que está en el proceso del conocimiento.
Se tiene una actividad en la cual uno no es receptor, sino constructor-destructor-reconstructor del sí mismo.
La información pasa a segundo plano, porque el conocimiento se enfoca en el ser y no en el obtener y repetir.

En el judaísmo ambos conocimientos son necesarios, forman parte de nuestra Tradición.
Porque, esa es la idea de Masoret-Kabalá (emitir-recibir).
Hay un contenido que es el mensaje, que tiene su importancia y se lo valora para vivirlo y preservarlo, para recibirlo y transmitirlo.

Pero también se hace hincapié en la formación de las midot, los valores o cualidades personales.
Porque es el hombre el que está en el centro del proceso, formándose para sacar a relucir lo mejor de sí mismo.
Para de esa manera ser una persona plena, shelemá y por tanto de SHALOM.

Es otra manera de proponer la construcción de SHALOM, que complementa a la habitual que mencionamos.
Es acciones (pensamiento, palabra, acto) de bondad y justicia, consigo mismo y con el prójimo.
Es preservar el contenido, es reconstruirlo, es hacerlo vivo, es llevar el espíritu a ser manifestado en el mundo.

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Delallel

gracias Estimado.

Shaul Ben Abraham

Esto mismo lo he pensado alguna vez en la relación Halajá-hagadá, lo normativo y lo narrativo: dos construcciones lingüísticas y lógicas para trabajar con las dos áreas del cerebro. Gracias por el texto

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