Del caos al orden

Un par de interesantes enseñanzas a partir de este versículo:

«Los días que reinó Shelomó [Salomón] en Ierushalaim [Jerusalén] sobre todo Israel fue de 40 años.»
(1 Melajim / I Reyes 11:42)

¿Días o período?
Al principio del verso nos encontramos que en el hebreo original dice HAIAMIM, que literalmente se traduce por “los días”.
Leyendo y comprendiendo correctamente podemos advertir que en el hebreo del TANAJ días no significa necesariamente un período de tiempo entre dos noches, una jornada, algo así como 24 horas; sino también un “lapso de tiempo” de cualquier extensión.

Queda en claro que el uso que hace la Torá de “IOM” – “día”, cuando relata la Creación, no está necesariamente indicando una jornada concreta, días de la semana, el hecho astronómico diario; más bien, señala al pasaje de tiempo que fue entre determinada situación caótica, confusa, poco organizada hasta la aparición del orden correspondiente, organización, claridad.
De allí el uso de los términos que emplea la Torá para enmarcar este lapso: “EREV” y “BOKER”, los cuales regularmente traducimos como “anochecer” y “mañana”; pero que están directamente asociados con “mezcolanza y caos” y con “claridad y discernimiento”.

Cada uno de los “siete días” de la Creación es por tanto posiblemente un tiempo milenario, de miles de millones de años. No tenemos como saber con precisión cuando un “día” dio paso al siguiente. Pero sí entendemos que con cada “día” se comenzó un nuevo desarrollo, que partía de un estado caótico y se iba perfeccionando según el Plan Divino hasta llegar a la concreción de ese plan.

Observemos que el día séptimo, Shabbat del Eterno, es el período que estamos transitando actualmente.
La Era Mesiánica implica el comienzo de una nueva “semana”, un nuevo orden de la realidad, más perfeccionada.

Sobre todo
¿Era necesario que el verso mencionara que el rey Shelomó gobernó sobre todo Israel?
¿No es esto evidente?
El rey gobierno sobre su país, entonces, ¿para que detallar que fue rey sobre TODO Israel?
Cuando el TANAJ menciona idénticos datos acerca de su padre, dice:

«El tiempo que David reinó sobre Israel fue de 40 años. En Hebrón reinó 7 años, y en Ierushalaim [Jerusalén] reinó 33 años.»
(1 Melajim / I Reyes 2:11)

Acá no hay mención alguna al TODO Israel, como debe ser lógico.

Podemos dar tres posibles respuestas:

a- Sirve para indicarnos que Shelomó fue el último rey del país completo, pues luego de su fallecimiento ocurrió la división del reino.

b- Alude, sin decirlo directamente, al descontento de gran parte del pueblo con su mandato; quienes se mantenían sometidos a su gobierno pero ansiando que otro lo remplazara. Esto efectivamente ocurrió tras su muerte.

c- Nos aclara que su reino fue sobre todo Israel, a diferencia de su padre que gobernó siete años sobre la tribu de Yehudá y recién el resto de los 33 años sobre todas las tribus.

¿Qué aprendemos de esto?
1- Que en el detalle suele estar la clave.
2- Que un mismo dato puede ser interpretado de modos diversos.
3- Que es necesario contar con la guía directa y precisa de un maestro judío conocedor del TANAJ para no tropezar con interpretaciones alocadas y que desvían de la senda del conocimiento. Pero, incluso así es imprescindible mantener una posición crítica, luminosa, aplicada para no aferrarse a ideas que no prosperan.
4- Que incluso en pasajes “anodinos y sin gracia” podemos encontrar tesoros de sabiduría y provechosos para mejorar en nuestra vida cotidiana.
5- Que estamos en el camino que lleva del caos al orden, podemos caminarlo, podemos fluir, podemos tratar de oponernos y ser conspiradores en nuestra infelicidad.

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