La tristeza es factor natural en la vida humana.
No debe ser despreciada en su debido tiempo y monto,
como tampoco se desvalorizada la persona que la padece.
Incluso, hasta quizás manifiesta (en tanto esconde) algún desequilibrio físico o emocional,
que puede ser advertido y corregido.
Por tanto, ¡a no negar la tristeza! ¡A no taparla con lemas religiosas y supersticiosos!
¡A no proponer darse ánimos banales como forma infantil de ocultar una realidad!
¡A no negar lo que se está sintiendo, a causa de la presión social empleada por el gurú religioso de turno!
¡No te dejes convencer de alejarte de tu tristeza!
Mejor admítela, busca su origen, trabaja para superarla y convertirla realmente en motor de cambios positivos,
y a través de ella también construye SHALOM,
porque ésta es una tarea de reparación, de crecimiento, de unificación con el Creador.