El esclavo de adentro

Algunos problemas de salud a veces me tienen inmovilizado, o apenas con un patético movimiento.
Nada grave, solo un desperfecto de la columna que cada tanto asoma su miseria y muestra su sombra.

En esos momentos el dolor y la debilidad, vaya a saber de dónde provienen, me impide la soltura y libertad de otras ocasiones.
Siendo una persona afecta al deporte, a realizarlo no a verlo en una pantalla o desde las gradas, esta dolencia repercute también en mis capacidades atléticas, llevando así el malestar a otras zonas de mi vida. Por ejemplo, la incomodidad al no dirigir la energía que se canaliza regularmente con el ejercicio intenso; la amargura de ver los músculos perder su vigor y firmeza; la pancita atrevida que se empecina en llevarme la contraria, entre otras.

Nada terrible, nada para hacer un post de tragedias y dramas.
Hay gente que verdaderamente sufre y padece, por los cuales pido al Eterno pronta y total recuperación (entre los cuales mi hermano Efraim, que esté restablecido a su máximo estado en breve).
Pero, a cada cual le duele aquello que le duele.

Para algunos la rotura de una uña puede convertirse en una verdadera causa de pesadillas, en tanto que otros padecen dolencias terribles y apenas si se les escucha alguna queja silenciosa.
¿Quiénes somos para juzgar el sufrimiento de cada uno y cómo han aprendido a hacer de él alguna cosa?

El hecho, volviendo egoístamente a mí aventura como enfermo ocasional de la columna y accesorios, es que me ha dado para pensar cuánto debemos ser conscientes cada mañana (si es que lo hacemos) cuando pronunciamos la berajá de ZOKEF KEFUFIM, por ejemplo.
Agradeciendo y alabando a Aquel que endereza a los encorvados.
Y así con todas las bendiciones, las cuales pasan mudas y sin llamar la atención hasta que un día nos hacen falta.

¿Acaso realmente penetramos con nuestra plena intención cuando musitamos (si es que lo hacemos) la berajá antes de algo tan necesario, simple y natural como beber unos tragos de agua?
¿En verdad nos vinculamos con el Creador y hacemos de su obra santa algo profano que puede ingresar a nuestro organismo?
¿Nos hacemos una idea de la inmensa cantidad de energía e inteligencia cósmica que hay detrás de esa incolora magia que es el vasito de agua?

Y como eso hasta el infinito y más allá.
Tomar conciencia, vivir en plenitud, aquí y ahora sin por ello cortar la transferencia sagrada con el pasado y futuro.

Como sea, vivir de verdad, gozando de lo permitido y apartándonos de lo prohibido (o que nos hace resbalar a ello).
Con agradecimiento, construyendo SHALOM.

Pero, ¿cuántas veces tú te limitaste en aquello que podías y está a tu alcance material?
¿Cuántas veces tu parálisis no se debió a un trauma físico, incapacitante, sino a alguna creencia que te corroe desde dentro y te lleva a la impotencia?
Porque, tengamos sinceridad en esto: muchísimas de tus trabas no existen en el plano material, sino tan solo en tu imaginación.

En días estaremos transitando un nuevo TIEMPO DE NUESTRA LIBERTAD, al cual habitualmente llamamos JAG HAPESAJ.
Es tiempo para aprovechar en nuestra liberación, para así llegar a ser la mejor versión que podemos de nosotros mismos.

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Jonathan Ortiz

Linda reflexióm Moré. No deja de ser preocupante su salud y esperamos mejore pronto tanto usted como su hermano.

Me voy a cama con el mensaje de no dar por sentado aquello que «siempre» está alli. Es bueno agradecerLe.

Gracias y Buena noche!

Shaul Ben Abraham

Así es, y me uno a lo que dices sobre la salud del Moré y su hermano, que venga pronto

Jonathan Ortiz

Amen

uri chaves

Gracias Morè.
Deseando una recuperaciòn al 100% junto con Su hermano. 👍

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