Según el relato de la Torá, el Eterno empleó el lenguaje sacro para crear el mundo.
Diez expresiones manifestó y el universo fue creado.
Por supuesto que no eran palabras como las que nosotros podemos expresar o vocalizar, pues Él no es hombre para hablar a través de aire modulado por el aparato fonador. Pero, eran expresadas sin ser emitidas, reverberaban sin aire que las hiciera mover.
Él determinó que fuera por medio del lenguaje que el mundo existiera.
Por lo cual, debemos reconocer que el lenguaje, el uso de la lengua, debe ser tomado con mucho cuidado por cada uno de nosotros, que anhelamos andar por la senda del Eterno y actuar con lealtad hacia Él.
En un gran resumen expresó el sabio:
"La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y los que gustan usarla comerán de su fruto."
(Mishlei / Proverbios 18:21).
Los resultados, los frutos, que recibiremos están condicionados en gran medida por la forma en que usemos nuestra palabra.
Si son palabras de vida, habrá frutos de bendición.
Pero, lo contrario también será cierto.
Por tanto, es básico y necesario cuidar tanto lo que entra en nuestro ser (comida apta y palabras aptas) como lo que sale a través de la boca (lo que decimos).
Tanto judíos como gentiles tienen sus propios mandamientos al respecto de lo que ingerir (y escuchar) así como lo qué decir.
Es bueno tenerlo presente y no confundirnos al respecto.
Muchos de los males que padecemos se generan en desequilibros en nuestra dieta, pero también en aquello que introducimos como información y por supuesto que también por muchísimas de las cosas que decimos.
Para mantener un estado de armonía interna y externa, por tanto, es menester conocer aquello que nos puede perjudicar que comamos, como las palabras que nos vician al expresarlas o recibirlas.
Sobre esto hay escritos libros extensos, pesadas bibliotecas, que no podemos –ni queremos- sintetizar en estas escasas líneas que compartimos ahora.
Es inmprescindible adquirir esas obras –las apropiadas para cada quien- y afanarse en el estudio y aplicación de normas de vida que santifican y llenan de sentido y trascendencia.
En boca del salmista:
"¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela."
(Tehilim / Salmos 34:13-15)
Hay un quehacer estipulado, construir Shalom con nuestra conducta, lo que incluye el apartarse del mal.
Pero no menos esencial es guardarse de hablar y escuchar lo perjudicial, no habituarse a las charlas banales y perversas, no ser un vocero del ocio pernicioso, para que de esa manera la boca y el oído sean puros y recatados a la hora de contribuir en la construcción del shalom.
Si habituamos nuestro ser al lenguaje idolátrico, al pendenciero, al de vejámenes, al de falso exitismo, al de defraudar, etc., entonces nuestra alma se va contaminando con todos esos males, nos vamos sumergiendo en un océano de palabras infelices y que nos enferman.
Apartarse del mal, es un gran consejo, pero atento también a apartarse de la mala palabra (que no es solamente la grosería o el insulto), pues la mala palabra condiciona en gran medida nuestra manera de relacionarnos con el mundo, de contemplarlo, de construirlo.
Por ejemplo, alguien que tiene en su boca/oído palabras tales como “Jesús”, “Guerra”, “Engaño”, “Violencia”, estará rodeado de una atmósfera de espanto, que quizás en principio parezca solamente que son meras palabras, pero que van condicionando la vida, la va llevando por sendas de error y horror.
Cuanto más puro el lenguage, emitido y recibido, más posibilidades de llevar un estilo de vida de pureza.
Es que, a través del lenguaje representamos y damos significado a nuestras experiencias.
Así pues, es hora de prestar atención a qué comemos, a qué decimos/expresamos, a qué oimos/atendemos, cómo nos expresamos, etc.
Para purificar nuestras vidas, para construir shalom, para apartarnos del mal, para darnos mensajes positivos, de vida.
Este es un tema muy interesante y de mucha bendición para mi vida, doy gracias al Eterno por esto, ya que a veces como seres humanos descuidamos nuestro lenguaje y nos exponemos al mal. Gracias y saludos Moré. Que sepamos construir shalom.