El motivo del caos antes de la revelación del mesías

Está la opinión de los Sabios en el Talmud, que a su vez se basan en revelaciones de los profetas anteriores, que la época pre-mesiánica será de confusión, caos, dolor, oscuridad a granel.
Por supuesto, esa era ya ha comenzado y la estamos atravesando, de hecho, estamos en el interludio entre la temporada nefasta y la plena conciencia de que ya iniciamos la era mesiánica.
Si vemos los traumas terribles del siglo pasado, sin dudas que los horrores dieron paso al nacimiento de la época del florecimiento mesiánico.
Aún hoy, setenta y pico de años más tarde las últimas sombras no se han disipado, aunque el esplendor mesiánico cada vez es más contundente.
No es casualidad que el Estado de Israel haya sobrevenido tras el oscuro hoyo de la Shoá del pueblo judío así como la herida terrible de la guerra mundial.
Como te he dicho, los últimos fantasmas lóbregos todavía se empecinan en llenarnos de terror, y lo que pasa con la actual guerra silenciosa (uno de cuyos frentes es el Covid) solamente pone de manifiesto que la conciencia plena de la era mesiánica no está lejana.

Una de las frases de aquellos sabios del Talmud es la que indica:

«La jutzpá (arrogancia, el desparpajo, la insensibilidad, la insolencia muchas veces mezclada con desprecio) precede directamente al advenimiento del mesías»
(Sotá 9:15)

Ahora veamos una enseñanza del gran maestro, el Rav Kook al respecto:

Esto se debe a que el mundo ha progresado hasta tal punto que ahora exige una comprensión de cómo cada detalle está conectado con el todo. Si solo un detalle no está conectado a ese gran todo, la mente no estará satisfecha.
         Si todos estuvieran comprometidos a la luz de la Torá de tal manera que el alma espiritual creciera para reconocer la correlación correcta de los detalles con los niveles de plenitud espiritual, entonces el reclamo y la rectificación universal emergerían en la realidad.
         Sin embargo, debido al descuido, la luz de la Torá interior, que lleva una tremenda exaltación y santidad, no ha aparecido en el mundo correctamente; como resultado, la demanda de la disposición de la vida en la que los detalles se entienden como parte del todo ha surgido antes de que llegue el momento de la revelación completa de la luz y la limpieza del camino hacia esa comprensión. Y esto ha causado una terrible destrucción.
         Debemos emplear la medicina suprema: una mayor fuerza en la capacidad espiritual, hasta que el camino hacia la comprensión y evaluación de la conexión entre todos los puntos de vista y acciones de la Torá y la totalidad más suprema sea una comprensión central y directa dentro de los sentimientos de la gente común.
         En ese punto, la fuerza de la vida espiritual aparecerá nuevamente en el mundo, en la acción y en el pensamiento; y un reclamo universal comenzará a dar sus frutos
.”
(Arpelei Tohar, pp.1-2)

Voy a traducirte la traducción, porque el maestro no suele ser de fácil lectura y comprensión.

En la gran mayorías de las personas, la malevolencia previa a la redención no está motivada negativamente, sino por el contrario está basada en un núcleo espiritual luminoso.
La intuición de ser NESHAMÁ (espíritu, chispa Divina, Yo Esencial) de los pecadores es la que los está inquietando, porque presienten sin poder poner en orden sus pensamientos y emociones que somos algo más que solamente materialidad y sombras pasajeras.
Se ven invadidos por una confusión, ya que desconocen, ignoran o rechazan las enseñanzas verdaderamente espirituales, y sin embargo desde lo más profundo de su ser se desesperan por encontrarse a sí mismo: ¡su propio ser espiritual!
Se aferran a religiones e ideologías, que son sus ídolos adorados y en esta esclavitud mental y emocional tratan de encontrar refugio de esa sensación que no pueden doblegar ni explicar.
En lugar de rendirse y aceptar la verdad, siguen empecinados en el error y por eso reaccionan destructivamente, hacia ellos, el prójimo y el entorno.
Pero, ¡no por maldad, sino por incoherencia entre su Yo Vivido y el Yo Esencial!
Presienten la santidad de todo y todos, pero no la pueden admitir, ya que no entra dentro de su corrompido Sistema de Creencias.
Tratan de realizar la unificación que provee la era mesiánica, pero con instrumentos corruptos e incapaces.
Por tanto, estallan en revueltas emocionales y mentales, provocando dolor y sufrimiento.

Sería diferente si pudieran congelar el predominio de sus Sistemas de Creencias y permitieran que los verdaderos maestros de Torá les instruyeran, no solamente con contenido intelectual, sino con vivencias de espiritualidad cierta.
Porque entonces, se derrumbarían los mitos, se romperían los ídolos, las religiones y supersticiones se evaporarían y la conciencia de lo espiritual reinaría.

Estamos en el caos que sobreviene luego del nacimiento, con la impotencia y confusión.
Pero ya está fortaleciéndose una nueva realidad, la que será la prevalencia evidente de la era mesiánica.

No es cuestión de hueca fe, sino de hechos.
La evidencia más poderosa sigue siendo el Estado de Israel, nacido cuando el pueblo judío estaba diezmado y eran huesos secos recorriendo como sin esperanza los campos destrozados del mundo insensible y cruel tras la Shoá.
El mismo Estado, que con sus errores y aciertos, ha venido fortaleciéndose a menudo, a veces cayendo en depresiones morales, pero mostrando su carácter “milagroso”.

No, el Estado no es el Mesías, pero es la antesala y el trono para el mismo.
Porque la redención final es nacionalista, además de personal y colectiva.

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