El Padre, tú y el muchacho

«כִּי־אֵיךְ֙ אֶֽעֱלֶ֣ה אֶל־אָבִ֔י וְהַנַּ֖עַר אֵינֶנּ֣וּ אִתִּ֑י פֶּ֚ן אֶרְאֶ֣ה בָרָ֔ע אֲשֶׁ֥ר יִמְצָ֖א אֶת־אָבִֽי:
Porque, ¿cómo volveré yo a mi padre si el muchacho no está conmigo?»
(Bereshit/Génesis 44:34)

El texto sagrado contiene distintas capas de comprensión.
A veces puede aparecer una que sea completamente divergente a las otras, no por ello deja de contener cada una su especial enseñanza adecuada y conforme.
En el caso del versículo citado, hay una dimensión profunda que te quiero compartir ahora.

Identifiquemos a los personajes simbolizados aquí.
Quien habla y se identifica como “yo” es el Yo Vivido, lo que conocemos de la persona, la parte externa, la que se fabrica con las interacciones en este mundo y en gran medida a raíz de las reacciones desde el EGO.
El padre, es el Padre.
El muchacho es la NESHAMÁ, el Yo Esencial, la chispa divina que somos sin que dependa en absoluto de ninguna persona o situación, sino solamente de la Divina Voluntad.

La pregunta que se está planteando entonces es la siguiente: ¿cómo me presentaré ante el Padre, a la hora de la verdad, tras mi muerte, si no viví de tal manera que el Yo Esencial esté presente en mi vida cotidiana?
¿Con cuánta vergüenza me mostraré ante el Juez, a la hora de juzgarme por todas las acciones y omisiones cometidas en esta vida?
¿Cómo no tuve conciencia, respeto, compromiso y cariño por ese muchacho espléndido que es mi verdadero ser?

Entonces, al conocer esta interpretación, ¿cómo la usarás para hacer mejor tu vida y la de tu entorno?

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