El proceso de metamorfosis: cómo alcanzar el crecimiento y el desarrollo en el judaísmo

En el judaísmo, como en muchas otras tradiciones y filosofías, se reconoce que el crecimiento y el desarrollo son procesos que no siempre son lineales y que a veces pueden ser difíciles y desafiantes. La metamorfosis es un buen ejemplo de cómo algo puede pasar por un proceso de cambio y transformación antes de alcanzar su forma final.
¿La recuerdas? Aquella que es el paso de la oruga a ser mariposa.
Quizás, pudiéramos visualizarlo también como el pasaje de semilla a árbol.
Una forma de ser nuestra debe de morir para que una versión mejorada puede nacer y desarrollarse.

Algunas personas pueden sentir que se estancan en su camino hacia el crecimiento personal y el logro de sus metas, y pueden sentir frustración al no ver resultados inmediatos o progreso constante. Sin embargo, es importante recordar que el crecimiento y el desarrollo a menudo son procesos encapsulados, y que el resultado final puede no ser evidente hasta que se alcanza un cierto nivel de desarrollo.

En lugar de abandonar o frustrarse, es relevante reconocer y aceptar esta frecuencia de crecimiento y perseverar hasta el final. Esto puede ocurrir una y otra vez a lo largo de nuestra vida, ya que siempre hay niveles por superar y cosas nuevas por aprender.

Uno de los conceptos clave del judaísmo es la idea de tikun olam, o «reparación/perfeccionamiento del mundo». Esto implica trabajar en uno mismo y en el mundo a nuestro alrededor para mejorar y crecer continuamente. Habrá contratiempos, dificultades, retrasos, omisiones, errores, dudas, cansancio, entre otros obstáculos, lo cual no debe provocarnos el desánimo, pues son parte integral del proceso no lineal de crecimiento.

Un buen mecanismo para ayudarnos es evaluar nuestro estado cada tanto tiempo, con columnas de pros y contras. Esto puede ser una herramienta útil para ayudarnos a comprender nuestras fortalezas y debilidades y a identificar áreas en las que podemos trabajar para mejorar y avanzar en nuestro camino hacia la tikun olam.

Recuerda, por más que alientes a la plantita para que crezca más rápido y cómo tú deseas, ella seguirá su proceso, que es complejo y no está bajo tu control.

 

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