Parar la rueda

Está el estímulo,
el cual puede ser externo (sonido, golpe, texto, sabor, aroma, color, cara, gesto, etc.),
o interno (recuerdo, pensamiento, sensación, idea, ahogo, atragantarse, modorra, etc.).

A partir del cual nuestro sistema tiene una gama de respuestas que se podrían disparar:

  • instintivas, entre las que se encuentra el núcleo del EGO;
  • hábitos, que se formaron a partir de conductas que se han repetido y quedaron registradas como memoria corporal, que es automática y no depende de pensamiento consciente;
  • creencias, que son pensamientos primitivos o impuestos y sumergidos allí en donde no pasan por tamiz racional, han quedado inscriptos en la memoria y se activan al tocarse alguna cuestión que se les asocie;
  • y pensamientos.

De acuerdo a la, o las respuestas serán los sentimientos, acciones o actitudes resultantes.
Éstas a su vez se transforman en un nuevo estímulo que retroalimenta el funcionamiento.

Pongamos un ejemplo sencillo y cotidiano.
Estímulo: Suena el timbre de la puerta de calle.
Respuestas:

  • me sobresalto, no estoy esperando a nadie;
  • sin pensarlo camino hacia la puerta;
  • me saltan a la mente ideas de peligro, porque han habido robos y hechos violentos en la zona en los últimos días; (esto es un estímulo secundario, que me provoca inconscientemente tensión muscular y taquicardia);
  • decido preguntar quién es antes de abrir y mirar por la mirilla.

Resultado: me angustio mucho.

Hasta que escucho la voz de mi amigo que pasó a visitarme, lo cual es un nuevo estímulo.
Respuestas:

  • la tensión del cuerpo se alivia;
  • giro la llave y abro la puerta;
  • es agradable recibir visitas, pero no es muy educado pasar sin avisar; (esto es un estímulo secundario, que me provoca una momentánea confusión);
  • pienso qué decirle y si mencionar que me sorprende su visita inesperada y me gustaría que me hubiera avisado antes.

Resultado: sonrío y le doy la bienvenida, agregando que no lo esperaba y está todo desarreglado en mi casa.

Este mecanismo también funciona cuando las respuestas no son adaptativas y nos provocan resultados penosos.
Ejemplo, estímulo: tengo unas pequeñas dificultades para ventilar (respirar).
Respuestas:

  • me agito e intento tomar bocanadas desesperadamente;
  • me paro, camino de un lado para el otro, me tomo de la cabeza, me abanico;
  • creo que es un ataque cardíaco, que estoy enfermo, que algo grave va a pasar; tengo miedo;
  • no pienso, me dejo llevar por las sensaciones y creencias;

Resultado: me cuesta cada vez más respirar, comienzo a temblar, el estrés me hace sudar y limitar aún más mi pensamiento; me asaltan multitud de ideas angustiantes.
Esto es un nuevo estímulo que me debilita y afecta, marcando de a poco una tendencia y luego un hábito.

¿Cómo provocar respuestas saludables que rompan los círculos de amplificación de la impotencia?

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