Comenzamos, una vez más, desde el principio, con Bereshit/Génesis.
Es un poco extraño decir que “comenzamos una vez más”, porque se supone que comenzar es iniciar algo nuevo. En todo caso, empezar lo que no es nuevo, sería reinaugurar, reiniciar, recomenzar.
Sin embargo, con el ciclo de lecturas de Torá sucede este hecho paradójico, porque realmente estamos principiando una nueva lectura, aunque el texto sea el mismo que venimos manteniendo desde hace más de 33 siglos. Mismas palabras y frases así como la entonación tradicional con que es leída la Torá públicamente, pero cada año la interpretación debe (o debería) ser novedosa, que brinde más conocimiento, que nos aporte renovadas perspectivas del viejo y repetido texto. Esperamos que no sean invenciones traídas de los pelos, sino nutritivos añadidos que se van desarrollando a partir de mezclar el antiguo saber con lo que nos aporta la actualidad. Por eso, Bereshit es es un eterno comienzo sin final.
Nos encontramos en la parashá con la narración desde un punto de vista espiritual de la creación del universo, el nacimiento de la especie humana, la desobediencia al mandamiento del Eterno, la lucha entre Caín y Abel, la expansión de la humanidad hasta finalizar la parashá en el segundo gran fracaso colectivo, aquel que provocó el Diluvio del cual fue salvado Noaj, su familia y los animales que llevaron consigo. Muchos temas, muy importantes y muy complejos. Por eso te pido que en esta oportunidad nos enfoquemos en el pecado de haber comido del árbol del bien y del mal.
Adam y Javá tenían a disposición la inmensa cantidad de bondades que Dios les proveía en el Huerto del Edén, sin embargo, algo les inquietaba y no les permitía estar gozando en paz: aquel dichoso árbol que les estaba prohibido para comer, el del conocimiento del bien y del mal.
Según nos cuenta la Torá, el efecto inmediato de consumir de aquel árbol fue que en verdad adquirieron conocimiento, de cierta forma maduraron.
Entonces, ¿por qué estaba prohibido? ¿Acaso es malo el conocimiento?
Muchos comentaristas formularon respuestas, veamos una de ellas.
La Cabalá nos informa que en verdad la prohibición de consumir de ese árbol era temporaria, ya que se levantaría al finalizar aquel día.
¿Cuál sería el motivo para este veto provisional?
Tres respuestas. Una, la joven humanidad aún no estaba preparada para asimilar los efectos que provocaba la ingesta de ese árbol. Debían madurar en ese corto período para que sus cuerpos/mentes toleraran el impacto. Algo así como sucede con la alimentación de los bebés, los cuales paulatinamente van incorporando otros alimentos a su dieta, porque su organismo tiene que ir madurando para ser receptivo a ellos. Es decir, la prohibición no buscaba otra cosa que protegernos de un peligro, que realmente se desencadenó cuando aquellos humanos no hicieron caso y probaron lo que no les era admisible. ¡No estaban aún preparados para ese conocimiento!
La segunda, cuando todo es permitido, todo está al alcance sin esfuerzo, no hay límites, no hay privaciones, entonces rápidamente se pierde el sentido, no se valora correctamente, y se pasa del placer a la angustia. Por esto, cuando no recibimos todo “de arriba”, sino que tenemos que esforzarnos para superar limitaciones, nos damos cuenta que disfrutamos mucho más del resultado. Así pues, el fruto del conocimiento sería mucho más intensamente aprovechado y apreciado tras el breve período de restricción al cual estaban obligados. Lo mismo con el resto de los manjares disponibles, ya que no todo era permitido, se creaba la necesidad que aumenta el disfrute al satisfacerla.
La tercera, el Creador quería que esta prohibición nos entrenara en esa poderosa cualidad que es el autocontrol. Imagínate cuán fuerte es aquel que sabe restringir sus pasiones y no se deja seducir por incitaciones inapropiadas. Los primeros humanos tenían que aprender el arte del dominio de sus instintos, no a través de un adiestramiento al estilo que se hace con los animales, sino por medio de su voluntad.
Tomando en cuenta todo esto podemos entender de qué se trataba ese conocimiento del bien y del mal, y porque es bueno obtener el conocimiento.
Conocer que no todo es permitido, no todo es saludable, no todo lo que se puede disfrutar hace bien. Conocer que hay tiempos y condiciones adecuadas y otras que no lo son. Conocer el valor del esfuerzo para conseguir lo que anhelamos. Conocer que poderoso es aquel que domina sus pasiones, tal como nos enseña el Pirkei Abot.
¿Qué más te permite conocer esta historia y su interpretación?
¡Shabbat Shalom umboraj para ustedes y familias!
Lindo texto, a abrazar la vida! Gracias Moré
gracias.
abrazar la vida con todo lo bueno que eso representa