Un día te vuelves a poner ese viejo saco (chaqueta), lo tenías escondido en un rincón de tu armario. Al ponértelo te das cuenta de que ha pasado el tiempo, engordaste un poco, te queda un tanto apretado, bueno, en realidad bastante ajustado al punto que te cuesta respirar.
Entonces se te ocurre ponerte a dieta, hacer el ejercicio que tantas veces prometiste empezar el lunes (junto con la dieta) pero luego caes a tierra y de manera madura decides que es mejor donarlo para que algún necesitado lo aproveche.
En eso, metes la mano en el bolsillo y te encuentras un billete olvidado.
Es uno de esos de baja denominación, seguramente que no te harás rico, ni siquiera pagarás una merienda con él. Sin embargo, te alegras bastante, por no decir mucho.
¡Qué cosa!
Si tienes unos cinco o seis billetes igualitos en la billetera, desde allí se asoman a saludarte casi a diario, pero a ti no te alegran como ese viejo billete encontrado luego de haberse olvidado.
¿Por qué será?
¿Me ayudas a pensarlo?
Te agradezco.
Y si fuera una pepita de oro, o algo de inestimable valor que extraviaste y ahora encontraste, ¿cuánta sería tu sorpresa y regocijo?
Como tarea complementaria, ¿te animas a relacionar esto con el noajismo para los gentiles, el judaísmo para los judíos, el Yo Esencial para todos, y cómo mejorar tu vida y la de quienes te rodean?