Están compartiendo una frase atribuida a Louise Hay:
“Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tú por dentro. En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el Universo comienza a ayudarte, y te trae lo que necesitas.”
Humildemente, yo no sé si el universo se entera de la existencia de cada uno, ni si está al tanto de nuestros dramas y aspiraciones.
Modestamente considero que es bastante dudoso de que el universo siquiera tenga algún tipo de conciencia individual, a la que podamos identificar como “conciencia universal”. De tenerla, es altamente improbable que te quiera ayudar, sea que estás en disposición de cambiar (para bien o mal), sea que te dejes llevar por la inercia o la pasividad.
El universo no es un dios, ni un ente, ni una fuerza.
El universo es la sumatorio de todo lo que lo compone, que incluye por supuesto lo que las personas consideramos bueno, también lo malo así como lo indiferente. De hecho, tengo la fuerte impresión de que lo indiferente es más del 99% del mismo en su relación con el hombre y con cada miembro de nuestra especie.
Así pues, esta bonita frase, muy inspiradora y positiva, a la hora de la hora no deja de ser una bella fantasía, irreal y hasta quizás en cierto modo peligrosa.
Te hace tener esperanzas en algo improbable. Te afirma que cuentas con un poder ilimitado, el cual en realidad no existe. Te promete un auxilio que difícilmente te llegará.
Como todas las cosas bien intencionadas pero poco sustentadas en conocimiento, suelen acarrear más dramas que bendiciones.
De por sí los consejos de auto-ayuda, que en buena medida popularizo la Sra. Hay, son riesgosos.
Se constituyen en una nueva fe, en una religión, que incluyen rituales, plegarias, invocaciones fuerzas misteriosas y por supuesto, siempre habrá alguno que otro con baldes listos para recoger el dinero que los “fieles” dejarán caer a rolete, con la esperanza de obtener la bendición de parte del autor de moda del mundillo de la auto-estima, de la ineficaz seudo ciencia del crecimiento integral basado en misterios y supersticiones.
Ahora, lo que humildemente encuentro bastante acertado es el comienzo de la frase de la Sra. Hay.
Cuando uno cambia favorablemente, (desde el mismo momento en que se dispone a cambiar y se compromete a hacerlo, de hecho ya está cambiando), uno encuentra recursos en sí mismo que habían pasado inadvertidos, que estaban tapados por “noes”, por mandatos, por censuras, por la ceguera impuesta por el EGO.
Al encaminarse por la senda de la superación real, sin fantasías, sin falsas metas, sin ideales imposibles, sino pasos seguros hacia el cambio, entonces quedan a disposición recursos que parecían imposibles, insospechados en uno mismo. Son potenciales ya existentes, en el interior de cada uno o al alcance de la mano en el entorno, que favorecen y fortalecen el crecer.
No nos confundamos, no es un dios misterioso que está haciendo magia, no se están obrando milagros, no hay una confabulación universal coelhiana para favorecerte, no hay un “secreto” que se alía a tu deseo.
Nada de eso es real, nada de eso existe, a no ser en la imaginación de los que lo inventaron y de los que lo creen.
Pero sí hay un mundo a disposición para aquel que está dispuesto a tomar lo que está a su alcance.
Vivimos sometidos a una negación constante de nuestra identidad, nos sumergimos en identidades falsas, somos prisioneros de nuestro impotente EGO (al que consideramos todopoderoso).
Vivimos huyendo, fracasando, hundiéndonos en dolores y quejas, en amarguras y quebrantamientos.
Porque tenemos miedo, porque preferimos la comodidad, porque nos desconocemos en nuestro potencial.
Cuando nos embarcamos en la aventura de conocernos, a nosotros y no a nuestras máscaras, estamos cambiando y encontramos que sorprendentemente la vida es más bella de lo que nos creímos hasta entonces.
Hay más luz, más bondad, más poder, más posibilidades, pero no a causa de un genio bondadoso que nos apadrina, sino porque encontramos el poder que existe en nuestro interior y el lazo que nos conecta en verdad al universo.
Por lo cual, dispongámonos a cambiar, hagámoslo, construyamos Shalom desde el interior y hacia las capas externas y luego hasta el infinito.
Encontraremos mucho bueno, aunque no siempre sea fácil, no siempre logremos nuestras metas, no siempre seamos victoriosos… pero siempre seremos exitosos.
La felicidad es posible, el bienestar, la bendición, la plenitud, a la medida de nuestra posibilidades.
Cuando derrotamos al EGO, cuando le despojamos de su terrorífico poder, cuando dejamos de escaparnos para refugiarnos en nuestra celdita mental, estamos preparados para disfrutar de una vida plena.
Es un mensaje propicio para la festividad de Sucot que está por comenzar, muy atinado para tal ocasión.
¿Sabes por qué?
(Gracias Jackie)