El enamoramiento confunde la mente, turba la emoción; funciona como un alucinógeno. Se produce por procesos bioquímicos, que controlan las bases de nuestra conducta, nos lleva a acciones que no suelen estar fundamentadas en el razonamiento y la búsqueda del bien común. Está en el mundo de lo irracional, de lo primitivo, casi diríamos que instintivo.
Por supuesto que cuando se puede y quiere hacerlo, se elaboran excusas y justificaciones, por lo que se pueden armar bellos relatos que dan coherencia y apariencia de algún sentido. Hasta se lo puede disfrazar al enamoramiento de amor, y hacerlo pasar por un movimiento trascendente y superador.
Pero en verdad, no deja de ser mecanismos automáticos, disparadores bioquímicos que se ligan de algún modo al Sistema de Creencias para así desencadenar conductas ausentes de meditación, llenas de confusión mental, porque el pensamiento ha quedado secuestrado por la emoción.
El resultado de actuar empujado por el impulso es variable, pero obviamente que no depende de la persona sino de una infinidad de factores que se entrecruzan. Pero la meta no deja de ser egoísta, autocomplaciente, a corto plazo, ciega, alucinada.
Por otra parte, el amor ve, comprende, realiza, une, da vida y eternidad.
El amor necesariamente está inspirado en la NESHAMÁ, el espíritu, la Chispa Divina, el Yo Esencial.
El amor se sostiene con razonamiento. ¡Eso no implica filosofar ni llenarse de frases edulcoradas! Sino que significa que la persona pone un freno a su Sistema de Creencias, trata de elaborar alternativas, no cae ante la seducción emocional, aunque sin dudas requiere del combustible de la emotividad para que el amor cuaje en la realidad y no quede como una mera fantasía.
El amor busca beneficiar al amado y con su bienestar el amador se siente satisfecho. Por supuesto que puede haber amor que incluya el contacto físico, y hasta el íntimo; pero por su misma naturaleza el amor trasciende lo corporal y no se cierra exclusivamente a relaciones de pareja o de autosatisfacción.
En la Tradición nos han indicado un ejemplo clásico de enamoramiento y otro de amor.
Amnón por Tamar, eso era enamoramiento.
David y Ionatan, eso era amor.
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