PARASHÁ: KORAJ
Parashá: Bemidbar / Números 16:1 – 18:32
Haftará: Shmuel A / Samuel I 11:14 – 12:22
Seleccionamos de la parashá
1. El EGO está detrás de todas las rebeldías.
2. No es bueno asociarse para hacer el mal.
3. Apartarse del mal y hacer el bien.
4. Preservar el honor de las cosas santas.
5. Un pueblo sano es un pueblo generoso.
6. Respetar los roles y funciones de cada uno.
7. Toda acción tiene consecuencia.
8. Reconocer –agradecer- es un gran paso en el camino del bien y la justicia.
Dice la parashá:
"Ellos se juntaron contra Moshé [Moisés] y contra Aarón, y les dijeron: -¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y el Eterno está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os enaltecéis vosotros sobre la asamblea del Eterno?" (Bemidbar / Números 16:3)
Pero la Torá testifica acerca de la humildad de Moshé, el más humilde de los seres que pisó la tierra:
"Y el hombre Moshé [Moisés] era muy humilde, más que cualquiera de los hombres sobre la faz de la tierra." (Bemidbar / Números 12:3)
Entonces, ¡qué absurdo es el reclamo de Koraj y su banda cuando acusan a Moshé de ser vanidoso y ambicioso perseguidor de fama y renombre!
¡Cuánta distorsión en las percepciones provoca el enojo y el desánimo!
Y es precisamente acerca de esto que nos quiere instruir la Torá: cuando nos enrolamos en una disputa cuya finalidad es el ego, necesariamente nos sentiremos enojados y carentes de un "algo" que creemos esencial, y en ese estado perturbado, nuestros sentidos se embotan, especialmente el menos usado de los sentidos: el sentido común.
Y así, con el ego gobernando a tontas y locas nuestras vidas, andamos a ciegas y con el fracaso como única recompensa.
Relato: El pobre rico
Aquel hombre había encontrado la guarida secreta de algunos antiguos ladrones, o quizás habían sido piratas… ¿o era de algún rico desconfiado?
¡Qué importa!
Lo sustancial es que el antro estaba repleto de monedas de oro, variadas joyas, objetos codiciables y otras cosas que no sabía nombrar pero que parecían sumamente valiosas.
No podía creer en su suerte. Jamás había visto tantos reflejos dorados. Ni en sus más atrevidos sueños se había atrevido a fantasear con semejante riqueza.
Para mejor, todo tenía aspecto de viejo, como detenido en el tiempo siglos atrás. ¡Nadie reclamaría este tesoro!
Se abrazó a un cofre, acarició algunas relucientes monedas y luego las lanzó al aire para sentir el golpeteo de la lluvia millonaria.
No cabía en sí de tanto gozo.
– “¡Soy rico!” -gritó feliz, mientras daba saltos y se acariciaba con su recién descubierta fortuna que podría hacerlo dichoso por el resto de su existencia…
– “Pero, un momento” -pensó- “¡algo anda mal! De seguro mis envidiosos vecinos me acusarán ante las autoridades sospechándome un ladrón. ¡No quiero problemas!
O… seguramente verdaderos ladrones se enterarán de mi riqueza y me buscarán para lastimarme y robarme… ¿Qué hago ahora?”.
Por lo que decidió ir a refugiarse a una cueva perdida, en medio de una espesa jungla, pues, sabía que nadie lo encontraría allí, ya que ninguna persona acostumbraba pasar por esos lugares…
Y así vivió prisionero de su tesoro unos años, rodeado de soledad y temor, abrazado a sus inútiles y muy refulgentes objetos de los que se creía su dueño…
Preguntas para repasar y reflexionar
1. ¿Cuál fue el error más grande del personaje del cuento?
2. ¿Qué le hubieras recomendado hacer al personaje del cuento?
3. ¿Quién era dueño de quién?
4. ¿Cómo relacionas este relato con el contenido de la parashá?
5. ¿Te parece que esta enseñanza tiene alguna relevancia para la vida cotidiana?
6. ¿Conoces algún otro relato o anécdota que tenga similar contenido?