El EGO, a veces conocido como IETZER HARÁ, es también una creación del Creador.
¿Cómo habría de ser algo diferente si no hay nada que sea existente fuera de Su designio, a excepción de Sí Mismo?
Su función primordial es brindarnos unas herramientas simples, automáticas, naturales, para llamar la atención y así obtener auxilio cuando estamos en impotencia.
Además de la alarma que reclama salvamento, dispara reacciones de huida o lucha, de acuerdo a la circunstancia de impotencia en la cual nos encontremos.
Por ejemplo, el bebe siente hambre y berrea mientras se agita violentamente; está reclamando que desde ese mundo mágico que le rodea le briden leche, cariño, abrazo, paz.
Es bueno que así ocurra.
Pero, el EGO no es solamente el mecanismo orgánico reactivo, sino los hábitos que se han formado inconscientemente a partir de la repetición de sus conductas primales.
Por lo cual, ante situaciones que no son de real impotencia, o que se puede responder de manera activa y poderosa, igualmente reacciona el EGO, desde la segunda naturaleza que es el hábito.
Así la persona siente impotencia y contesta el EGO, en lugar de funciones más evolucionadas y adaptadas que tiene a disposición el hombre.
Por ejemplo, el niño quiere un juguete que no recibe, por lo cual hace un berrinche, rompe otros chiches, patea a su madre, pretendiendo manipular el entorno para recibir aquello que se le antoja y que por negársele lo hunde en impotencia.
No es bueno que así siga sucediendo indefinidamente.
El EGO básico, funcionando en su tiempo/lugar, es un eficiente servidor.
El EGO ampliado, altera el bienestar, se apodera de roles que no le corresponden, pretende gobernar, deteriora el ser y la relación.
Es el inventor de las religiones, el promotor de las acciones violentas voluntarias.
Es el que distancia a los cercanos y hace odiosos a los extraños.
Éste EGO fuera de sintonía nos pone en estados de mayor impotencia, por tanto, genera más actividad disfuncional.
Provoca altercados, malos entendidos, resentimiento, emociones heridas, confusión, un caos no provechoso, heridas, agotamiento, estrés nocivo, adicciones, muerte.
Por él nos aturdimos de miedo, reaccionamos sin compasión.
Nos abalanzamos en la fiebre del consumismo, buscamos placeres que nos hacen fantasear con obtener calma y satisfacción, que siempre se nos escapa y nos pone a mendigar mayor dosis de placeres que no colman nuestra verdadera ansia: de LUZ de NESHAMÁ.
¿Te das cuenta?
¿El instrumento creado para nuestro beneficio y allanar obstáculos, se transforma en un perjuicio y fabricante de problemas?
No es un ángel caído, ni un demonio, ni una maldición, ni una enfermedad, ni un resultado de ser pecador;
es ser humano.
Entonces, ¿eso es lo que debemos aceptar y tolerar hasta el final de los tiempos?
¿Es el EGO ampliado la mortificación insuperable que nos sigue como sombra y gobierna como déspota?
La religión niega esto, niega las emociones «negativas», enseña a agradecer por las desgracias, a aceptar sin más lo que pasa, a sentirse mal si no se es perfecto, a copiar modelos imperfectos para perfeccionarse.
la religion es producto del EGO, q podemos esperar de ella?