Entre tanta mística oriental, ocultismo, magia.
Entre tanta pastilla, terapéutica occidental, autoayuda, materialismo.
Entre tanto orientarse hacia cultos, religiones, religiosidad.
Entre tanto ingenuo, embaucador, buen samaritano, profesional, servil.
Entre tanto amigo, consejero, mentor, confidente, adulador.
Entre tanto dolor, miseria, indiferencia, ansiedad, angustia, crisis, idolatría.
Entre tanta risa, despilfarro, intereses personales, egoísmo, más idolatría.
Entre tanto positivo y negativo.
Entre todo esto, y más; el mundo, y el individuo, están anhelando hallar los caminos que nos conduzcan hacia el bienestar, la armonía, la plenitud, el sentido, la razón.
Estamos en perpetua búsqueda de un «algo» que no sabemos bien qué es, pero que lo queremos.
Pasamos de una idea a otra, de un abrazo a otro, de una adicción a otra, porque no sentimos satisfacción, porque sentimos que nos falta ese «algo».
Buscamos desesperadamente (lo sepamos o no) sendas que nos aproximen al Todopoderoso, y al prójimo, e incluso a nosotros mismos.
El judaísmo, por intermedio de su milenaria Tradición tiene una clave, que nosotros consideramos la más confiable para el crecimiento de la persona y la sociedad. Y tenemos esta convicción, por el Origen de la misma, que es Dios.
Dios al crear el Universo lo dotó de leyes, algunas de las cuales los científicos de a poco van desenmascarando.
El conocimiento de otras leyes van surgiendo de la propia naturaleza espiritual humana conjugada con la experiencia en el Mundo.
Pero, Dios en su infinita Sabiduría y Amor, nos ha conferido una guía suprema para avanzar por los caminos del desarrollo integral. Él nos concedió Su Torá.
Una de las vertientes para desentrañar sus tesoros se encuentra en la Cabalá (Kabbalah), que se dedica a extraer el jugo más refinado de los frutos del Árbol de Vida, utilizando las herramientas y conocimientos trasmitidos por las generaciones.
Durante milenios la sabiduría cabalística estuvo reservada a un selecto grupo de estudiosos judíos, dedicados absolutamente con mente, cuerpo y alma al estudio de la Torá, y al cumplimiento de las mitzvot -los preceptos judíos.
Y esto, no ha cambiado; ni nosotros lo cambiaremos.
El núcleo, la médula de la Tradición cabalística quedará reservada, como corresponde.
Sin embargo, nosotros podemos beneficiarnos de los conocimientos que se desprenden como semillas del Árbol, y que son sembradas deseando su florecimiento.
Contamos con alguna de esas semillas de la sabiduría de la Cabalá, con algunas que nos aportarán elementos para modificar nuestras vidas, o fortalecerlas, en procura de perfeccionarnos y perfeccionar nuestra Realidad.
Esa es la finalidad de nuestra Cterapia.
Corregir con todas nuestras posibilidades, los pasos que nos extravían.
Enmendar lo que podemos arreglar.
Desarrollar las virtudes que nos iluminan.
Y refinar nuestras vidas en procura del bienestar general.
El modo: realizando nuestras potencialidades a través del conocimiento y el auto-conocimiento.
La técnica: aprender, aplicar las normas adecuadas de vida, y acrecentar la generosidad y apertura opacando el egoísmo.
Los beneficios se notarán, si se aplica correctamente las normas, en diversos aspectos de nuestras vidas: salud mental, salud física, salud emocional, salud social, verdadera ganancia material.