Jesed, mishpat utzedaká. Profeta Jeremías.

El Eterno declara a través de Su profeta de la Verdad:

"(2) ¡Quién me diera una posada de caminantes en medio del desierto, para abandonar a mi pueblo e irme de ellos! Porque todos ellos son unos adúlteros, una asamblea de traidores.
(3) Dispusieron su lengua como arco; se hicieron fuertes en la tierra para el engaño, no para la fidelidad. ‘Procedieron de mal en mal y no me han conocido, dice el Eterno.
(4) ¡Cuídese cada uno de su prójimo! En ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano suplanta, y todo prójimo anda calumniando.
(5) Cada uno engaña a su prójimo, y no hablan verdad; enseñan su lengua para hablar mentira. Se han pervertido hasta el cansancio.
(6) Su morada está en medio del engaño. Y a causa del engaño rehúsan conocerme’, dice el Eterno.
(7) Por tanto, así ha dicho el Eterno de los Ejércitos: ‘He aquí que yo los fundiré y los probaré. Pues, ¿de qué otro modo he de proceder con la hija de mi pueblo?
(8) Flecha asesina es la lengua de ellos; hablan engaño. Con su boca habla de paz a su prójimo, pero dentro de sí pone emboscada.
(9) ¿No habré de castigarles por esto?, dice el Eterno. ¿No tomará revancha mi alma de una nación como ésta?’
(10) Prorrumpiré en llanto y lamento por los montes, en canto fúnebre por los pastizales del desierto. Porque han sido devastados hasta no quedar quien pase, ni se escucha el mugido del ganado. Desde las aves del cielo hasta el ganado huirán y se irán.
(11) ‘Yo convertiré a Ierushalaim [Jerusalén] en montones de piedras y en guarida de chacales. Convertiré las ciudades de Yehudá [Judá] en una desolación, sin habitantes.’
(12) ¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿A quién ha hablado la boca del Eterno, de manera que lo pueda declarar? ¿Por qué ha perecido la tierra y ha sido devastada cual desierto, de modo que nadie pase por ella?
(13) Y el Eterno dijo: ‘Porque dejaron mi Torá, la cual puse delante de ellos. No obedecieron mi voz, ni caminaron conforme a ella.
(14) Más bien, fueron tras la porfía de sus corazones y tras los Baales, como sus padres les enseñaron.

(23) Así ha dicho el Eterno: ‘No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en sus riquezas.
(24) Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderme y conocerme que yo soy el Eterno, que hago bondad, juicio y justicia en la tierra. Porque estas cosas me agradan, dice el Eterno."
(Irmiá / Jeremías 9:2-24)

Muy fuerte lo que profetiza Irmiá, extremadamente duro.
Hasta vemos que Dios dice que está harto de los pecados de los judíos, al punto de querer irse lejos de ellos, apartarse, dejarlos.
Si no fuera que Él se obligó a un pacto eterno con el pueblo judío, quizás ésta hubiera sido una ocasión para dejar de estar a nuestro lado.
Pero alejarse no implica terminar la relación.
Sabemos que Dios no miente, así que cuando juro que el pacto con los judíos es inquebrantable, Él lo cumple.
Y lo vimos, porque años después de ocurrida esta profecía, los judíos retornaron a la tierra patria, reedificaron el Templo, estuvieron en paz, en tanto las condiciones lo permitieron.
Nada ni nadie puede terminar la alianza sagrada que existe entre Dios e Israel (el verdadero y único, no el delirante Israel por fe, o los injertados o los falsos descendientes), y este capítulo es una prueba más de ello.
El pacto de Dios con los judíos es perpetuo, nada puede quebrarlo.

Esta situación de extrema tirantez se debió a los terribles pecados de aquella generación que finalmente llevaron a la devastación del reino de Israel, a su casi desaparición de la tierra sagrada, a la destrucción del Primer Templo, al exilio y muerte espantosa de muchos de ellos.
Quizás queda todo resumido en lo que resaltamos en la cita: “Porque dejaron mi Torá, la cual puse delante de ellos”.

Es algo espantoso, dejar la TORÁ que el Eterno entregó como legado eterno para los judíos.
Si dejamos la frase así, nuestros pensamientos contaminados por el EGO y por los estereotipos, probablemente imaginaríamos que aquellos judíos de hace 2500 años atrás colgaron sus sombreros de fieltro negro, cortaron sus barbas y guedejas, se quitaron los sacones negros, dejaron de hablar en idish, ya no siguieron detrás de su rebe, comieron chancho, anduvieron en auto en shabat, no se pusieron más los tefilín, regalaron todos los libros de Torá que tenían en su poder y cosas por el estilo.
¿O no es eso lo que suponemos al oír las palabras “dejar la Torá”?

Pero, no imaginemos, no sigamos dogmas, no seamos presos de la ilusiones, no dejemos que el EGO marque nuestra existencia.
Seamos simples y honestos.
Veamos lo que el propio Dios dice, a través del profeta Jeremías, que significa abandonar la Torá.
No vamos a ir a ninguna parte, solamente remitirnos al texto que tenemos enfrente.

Veo infidelidad, calumnia y traición.
Actos de maldad de uno con el prójimo.
Habladuría, mentiras, engaños, burlas y difamación.
Gente que dice hablar de shalom, en nombre de Dios, de “Torá”, pero que son asesinos con la palabra y los actos.
Las acciones maliciosas llegaron al punto que hasta del hermano hay que cuidarse, no sea que se termine enredado en sus trampas.

Por más que busco y rebusco no encuentro que Dios mencione pecados “rituales”, falta de fe, no repetir lemas de rabinos, no adorar “tzadikim” ni peregrinar a sus tumbas, ni comer cerdo, ni profanar el Shabat ni otros similares como causa del “enojo” divino ni de la destrucción que vino posteriormente.
Compruebo que al igual que ocurre con otros profetas, ¿con todos?, la queja mayor está puesta en la conducta malvada de un hombre con su prójimo. En las faltas de respeto, en las agresiones, en no construir shalom en el mundo.

Sí, construir shalom es la solución para el tormento descrito.
Tal como si la construcción de shalom fuera exactamente a seguir la Torá, y el resto fueran comentarios o extras.
Como dijera el gran Hilel haZaken:

"Lo que es odioso para ti, no se lo hagas a tu prójimo. Esto es la totalidad del Torá; todo lo demás es comentario. Ve ahora y apréndelo."
(TB Shabbat 31a)

Porque lo dice claramente el Eterno, no hay divergencia, qué es lo que a Él agrada en el hombre:

“…bondad, juicio y justicia en la tierra. Porque estas cosas me agradan, dice el Eterno."

Bondad Y justicia, construcción de shalom.
No palabras, no rezos, no sacrificios, no atuendos, no rituales, no repetir y repetir frases, ni amuletos ni bailecitos.
Jesed, mishpat utzedaká”, bondad, juicio y justicia/caridad.
Quizás a partir de hoy éste sea el eslogan que repetiremos y haremos los que somos constructores de shalom, leales del Eterno. (Bueno, de hecho, es lo que decimos y hacemos hace mucho tiempo, pero tal vez no te habías dado cuenta del origen, alcance y profundidad de nuestra consigna: construir shalom, que es bondad Y justicia).
Deja de lado toda la cháchara, la Palabra es clara en su dictado: JESED, MISHPAT UTZEDAKÁ.
Construir shalom.

No pidas estudiar Torá, si eres gentil, ni saber párrafos de memoria, o cuentitos mágicos de rabinos milagreros.
Mejor pide VIVIR TORÁ, tal como Dios quiere.
¿Cómo es eso?
Construir shalom.

¿Quién es el que te lo pide y declara como TORÁ?

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