Al terminar el día de Shabat se realiza la havdalá, una ceremonia que incluye vino, especies aromáticas, al menos dos velas enlazadas por sus llamas hasta formar una, y la recitación de unos párrafos y bendiciones.
Simbolismos hay variados, hoy quiero compartirte uno de lo que puede enseñarte cuando se alza la llama entrelazada y los presentes muestran sus manos y ven en sus uñas el reflejo de esa luz.
Una de las enseñanzas es que, durante la semana laboral tengamos siempre presente la espiritualidad que se vivencia de manera tradicional en el día de Shabat. Que cuando hagamos nuestra tarea mundana no olvidemos que realmente estamos de paso por este mundo, que estamos viviendo una vivencia pasajera, y que lo que de nosotros es verdadero y eterno es la NESHAMÁ (el espíritu, el Yo Esencial). Que tengamos presente que si bien las cosas de este mundo pueden resultar muy importantes, y debemos cuidar nuestra salud, bienes, vínculos, etc.; siempre hemos de hacerlo respetando las reglas espirituales. Así evitaremos conductas negativas, ser esclavos del EGO, dejarnos llevar por excusas para hacer lo malo.
Al tener el reflejo de la luz del espíritu en nuestra vista enfocada en nuestras manos, tendremos la oportunidad de recordar que todos nuestras acciones deben ser de construcción de Shalom, tal como nuestro pensamiento y palabras. Que en lo que pensemos, digamos y hagamos resalte la bondad y la justicia; y no impere el egoísmo, la mentira, la burla, el odio, el menosprecio, la ventaja artera, etc.
Que la luz reflejada impacte en nuestra mente de manera positiva, y por ello miramos ese reflejo al comenzar la semana laboral, donde es más fácil perder de vista lo que es importante para perseguir aquello que consideramos urgente.
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