Desde la época de los patriarcas se entendió que es muy importante para los judíos el lugar donde son sepultados los familiares, no solamente por una cuestión mística, sino también por un asunto de identidad y de continuidad de la familia.
Es por ello que la Torá no se dedica ni un instante a mencionar el mundo venidero, la vida espiritual, o cosas similares, pero hace énfasis en la sepultura de los seres queridos, el punto elegido para ello, cómo se hacía para remarcar el sitio, etc.
Para que nos ocupemos de estos trámites, que no son menores, pues revelan el respeto, cariño y aprecio por nuestro familiar que partió de esta vida, así como por todos aquellos que continúan aquí. Es una manera de ejercitar y valorar nuestra identidad y de compartirla con aquellos que estén interesados en conocerla.
Un segundo pensamiento que surge de la parashá es que, no hay que esperar a grandes momentos para bendecir con las palabras, y especialmente con nuestras acciones, a aquellos que están a nuestro alrededor y que queremos.
Sino que, hay que aprovechar todos los días, a cada instante, para que nuestras acciones y nuestras palabras demuestren la bendición que queremos manifestar en la vida de todos ellos.
¿Por qué aguardar a una festividad, a celebrar el shabat, a un evento en el ciclo de vida, o a que algún acontecimiento traumático nos haga despertar el deseo de bendecir?
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