“Si le di TODO, ¿por qué me trata así?”.
Es una de las dudas que carcomen a muchos padres, así como a otras personas en vínculos de cercanía.
La respuesta general más obvia y acertada es: porque le das todo.
PORQUE LE DAS TODO Y NO HAY ESFUERZO, NI AGRADECIMIENTO, NI MÉRITO.
Por más que en principio nos pueda parecer satisfactorio recibir de arriba todo, al poco rato esto nos lleva a la angustia y el enojo.
Nos invade el sentimiento de impotencia.
Nos vemos dependientes y en manos del benefactor, que un buen día puede dejar de serlo o de estar.
Nos sentimos avergonzados, aunque podamos manifestarnos como orgullosos y pedantes.
Nos mal acostumbramos a la inutilidad y al no sentido trascendente de la vida, y eso mata más que las balas.
Entonces el beneficiado se sabe, en algún punto de su mente lo sabe, que está siendo perjudicado.
Que no vale la pena esta relación de sumisión disfrazada de dominio.
Y estalla, de una u otra manera, hace brotar su enfado y desesperación.
¿Quieres que tu hijo, o quien sea, te trate con más respeto y consideración, pero te quejas porque le das todo?
Entonces, empieza a cambiar tú TU conducta.
Deja de someterlo con tu cariño.
Para de manipularlo con tus dádivas.
No sigas aplastando su poder con tu bondad, que quizás en el fondo está contaminada por amargura o algo peor.
Es tiempo de que cambies y que el beneficiario sea un colaborador, un constructor de su bienestar.
Y lo mismo aplica para las sociedades donde se dan dádivas a los menesterosos sin exigir contraprestaciones valiosas y cuantificables.
Es hora de que cambiemos estas organizaciones sociales para que el poder esté manifestado en todos sus integrantes, no en ciertos focos de manipulación.
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