Esta parashá siempre es leída antes de Rosh haShaná; recordemos resumidamente el contenido de la parashá, para que veamos si es casualidad o causalidad esta vinculación.
Todo el pueblo de Israel, sin excepciones, es convocado para que se presente frente a Hashem y así confirmar que hay una alianza eterna entre ambos. Se corrobora que el contrato comenzado con los patriarcas continúa vigente y vital, en toda época, más allá de cualquier circunstancia. Se afirma rotundamente: «No sólo con vosotros hago Yo este pacto y este compromiso solemne; ciertamente es con el que está aquí con nosotros hoy, delante del Eterno nuestro Elohim, y también con aquel que no está aquí con nosotros hoy.» (Devarim / Deuteronomio 29:13-14).
Podría ocurrir, y pasó, que los judíos lleven una existencia que los aparte del ideal de vida que propone la Torá, y sin embargo el pacto sigue en pie. Nada lo nulifica, por ello hay que conocerlo y respetarlo, porque es nuestra responsabilidad ante nosotros mismos, ante las naciones del mundo y ante Dios.
Además, al cumplirlo nos beneficiamos. Es que, las mitzvot que lo componen son conductos que nos conectan con la vida, que dan sentido espiritual a cada cosa que hagamos, que perfeccionan el mundo que habitamos y nos brindan todo tipo de bienestar y bendición.
Por ello la Torá insiste en tener en cuenta las mitzvot y ser cuidadosos con ellas. No por un capricho de un dios tirano, ni para someter a un pueblo a la esclavitud moral, ni para otorgar privilegios a un sector de la población; sino para brindar bienestar al individuo, al pueblo y a la humanidad en su conjunto.
Un provecho que no es añadido, sino propio. Es decir, no viene como premio por una conducta; más bien, es descubrir un tesoro que está allí, siempre disponible pero oculto. ¡Hay que aprovecharlo! Porque, ¿qué tan rico es el pudiente que desconoce su riqueza y vive en pobreza? Una cuestión para debatir y opinar, siempre con fundamento.
La Torá pudiera parecer un código ajeno, que no nos incumbe, pero en verdad es parte de nuestra esencia, por lo cual seguirla es reencuentro consigo mismo, con el sentido más sagrado de la vida; según declara Moshé en la parashá. Al encontrarnos realmente, todo es alegría y deleite, porque redescubrimos lo más importante de todo.
Eso se llama TESHUVÁ, que también acepta otras interpretaciones, porque el divino Autor sabe de nuestra debilidad, por tanto se anticipa a los errores que la persona comete y esboza aquí la posibilidad constante para la TESHUVÁ: «si vuelves, tú y tus hijos, al Eterno tu Elohim y obedeces Su voz con todo tu corazón y con toda tu alma, conforme a todo lo que yo te mando hoy, entonces el Eterno tu Elohim también te restaurará de tu cautividad.» (Devarim / Deuteronomio 30:2-3).
Es decir, si estamos prisioneros de cualquier malestar, la puerta para la libertad y alegría está en la Torá.
Podemos estar de acuerdo, o no, con ésta y las otras afirmaciones de la Torá; pero esto es lo que ella misma expone.
Ahora, ¿ya encontraste alguna relación entre la parashá y Rosh haShaná?
Te deseo Shabbat Shalom umevoraj y todo lo bueno para ti y tu familia.
Shaná tová umetuká. Ketivá vajatimá tová.