«El Eterno tu Elohim te ha bendecido en toda la obra de tus manos.»
(Devarim/Deuteronomio 2:7)
Es decir, que si tu no haces tu obra, entonces no hay recipiente sobre el cual reposa la bendición del Eterno.
Así que, la Torá te está enseñando que dejes el pensamiento mágico, como de niño pequeño, que está a la espera del milagro que le dé todo lo que precisa.
En lugar de ello, madura y actúa como corresponde a un hijo y siervo del Eterno.
Ponte a hacer tu parte, con todo tu empeño, como si no existiera Dios que te fuera a dar una mano.
Entonces, solamente entonces, encontrarás que la bendición del Eterno está funcionando y dando sus buenos frutos.