Construir SHALOM con acciones de bondad Y justicia, en todo momento, esa es la intención.
Pero cuidado, esto no implica estar al servicio de todo y todos, de forma indiscriminada, cual felpudo listo para ser pisoteado por quien pase en ese momento.
Recuerda que no podrás ser valorado si no te valoras.
No recibirás el tan anhelado cariño y consideración, regalándote a cambio de promesas de atención y amistad. Porque, luego de usarte y abusar de tus energías y tiempos, el otro te desechará como una cáscara sin función; o te mantendrá al margen, para seguir aprovechándose de tu desesperada entrega. ¡No! No se obtiene cariño a cambio de entregarte, ni de regalos, ni de hazañas que te desgastan, enfadan, cansan, desenfocan… ¡no!
Ten en cuenta que la bondad se limita con la justicia, la justicia se dulcifica con la bondad.
Allí en donde se extrema una, se desmerece la otra.
Y ambas son necesarias para alcanzar el justo medio, el camino dorado de la virtud.
Haz tu parte, plenamente.
Sé atento a los demás, pero sin dejar de atender a tus necesidades.
Sé solidario, pero sin transformarte en el esclavo de tus celditas mentales, esclavizado al deseo del que se aprovecha de ti.
Ten en cuenta el PARA QUÉ de tus acciones, en todo momento.
Aprende a decir “no”, cuando esa es la respuesta saludable.
Enfócate, concéntrate, valórate.
Porque, si tú no te valoras, ¿cómo pretendes que alguien te reconozca tu verdadero y alto valor?
Respétate, porque eres el primero que debe hacerlo.
Ámate, porque es la forma de ser amado.
Deja de encerrarte en tu celdita mental, anímate a salir de ella sin por ello arriesgarte innecesariamente.
Ten paciencia contigo mismo y con los demás.
Anímate a aprender, a reconocer que no sabes, a admitir tus errores con la intención de crecer.
Hay tanto que puedes hacer para estar más feliz, dichoso, bien contigo mismo.
Y no está en una alta cima, ni se precisan complicadas posturas filosóficas. Solamente unas pequeñas indicaciones y la voluntad de construir SHALOM.