Que la persona esté viva en este mundo necesariamente implica ir construyendo una personalidad, con multitud de retazos que se van apilando, juntando, atando unos a otros, para ir formando este Yo Vivido que vamos siendo. No seguimos un plan previo, ni tenemos forma de prever el resultado final.
Es lo que está siendo.
Desde el bebé en su instante cero hasta el momento de partir de este mundo, cualquiera sea la cantidad de tiempo transcurrido estamos formando esa personalidad.
A veces la formación se queda en sostener la fachada ya fabricada, amontonar ladrillos que mantengan lo establecido. Sea que aporte al disfrute y crecimiento o lleven a desmoronarse internamente.
A veces se modifica la estructura, sea quitando o añadiendo, rearmando y reformulando.
En un viaje constante de recrear quien estamos siendo.
Poniendo mayor dedicación y conciencia al hecho, o simplemente dejar que las mareas y los vientos nos arrastren hacia donde sea que nos lleven.
Tanto el que lo hace voluntariamente como el que está echado a su suerte, están en similar tarea: armar su Yo Vivido.
A veces tenemos momentos de conciencia, o tal vez de buena fortuna, que nos permiten obtener una máscara que oculta menos el rostro y por tanto refleja con mayor calidad el verdadero ser que esconde nuestra personalidad.
Pero lo más frecuente es apilar máscaras y amontonar cáscaras que ocultan la LUZ, la distorsionan, nos llevan a vivir en exilio de nuestro Yo Esencial.
Porque el Yo Vivido no está en sincronía con la NESHAMÁ, porque los efectos del EGO llevan a rechazar el Yo Esencial para aferrarse a islitas de poder, o al menos sentir que no se está padeciendo impotencia.
Entonces, ahí estamos, manifestando nuestro Yo Vivido y en ignorancia de nuestro Yo Esencial.
Atravesados por el conflicto de estar siendo alguien que somos nosotros, pero que no es nuestra esencia.
Cumpliendo ritos y mandatos, actuando manejados por resortes afectivos o de manipulación social, llevados por la moral y el instinto, sin atender el llamado del código ético/espiritual y por consiguiente aumentando la brecha que nos separa de sentirnos a gusto, complacidos, satisfechos, completos.
Esta identidad quebrada nos lleva a sentirnos ansiosos, anhelando siempre un algo más.
Insatisfechos, porque muy dentro sabemos que el infinito es nuestro hogar y por más que nos atiborremos de todo un poco, jamás llenamos ese hueco.
El estar rotos y sin plena conciencia nos amarga, y ni siquiera las adicciones, religiones, consumismo, supersticiones, liviandad de pensamiento, esclavitud ideológica, cerrazón emocional, nos liberan de la amargura existencial.
Ni un millón de gurús, ni una tropa de filósofos, ni miles de ministros religiosos, ni todas las adquisiciones materiales, ni el abandonarse a todo tipo de regodeos corporales puede callar el deseo del espíritu.
Podemos tapar y silenciar nuestra amargura existencial, pero ésta no desaparecerá en tanto la brecha del Yo Vivido con el Yo Esencial no esté siendo cerrada a través de nuestra conducta sincronizada.
Tampoco las terapias psicológicas ni las drogas legales curan el malestar de estar en exilio de nuestro ser.
¿Es este un mensaje de desesperación?
¿Es el grito del naufrago que está siendo tragado por el hoyo hacia el abismo?
¿Es la declaración de nuestro fracaso existencial?
¡Ciertamente que no!
Desde el inicio de la humanidad el Creador nos proveyó de un manual específico para construir un Yo Vivido en armonía con el Cosmos, en sincronía con el Yo Esencial.
Tenemos la oportunidad para fortalecernos y completarnos.
Pero no lo lograremos desde el auto engaño, ni perdiéndonos detrás de creencias de muerte.
Alcanzaremos nuestro máximo nivel de deleite/poder si andamos de acuerdo al código ético/espiritual, que se puede resumir en pocas palabras: construir SHALOM.
Que son: pensamientos, palabras y actos de bondad y justicia.
Si llegáramos a entender que este sencillo manual es la clave para erradicar la mayoría de nuestros dramas, entonces quizás no lo despreciaríamos.
No estaríamos a la deriva, inventando excusas y fantaseando con mágicos poderes; sino que estaríamos fortaleciéndonos en verdad y perfeccionando el mundo.
Es posible, es una tarea sagrada, está en tus manos.