Estamos en parashat Ekev, ya hemos llegado a la tercera parashá del libro Devarim, conocido en español como Deuteronomio.
Nos encontramos nuevamente a Moshé Rabenu, quien continúa con su discurso de despedida de su pueblo. Quiere dejar grabado en la memoria colectiva sus palabras, las que luego Dios le repetiría para que sean plasmadas como el libro Devarim, este que nosotros tenemos entre nuestras manos, según nos indica la Tradición. (Hay otras opiniones, como por ejemplo la de los académicos de estudios bíblicos, quienes en su casi totalidad no aceptan la versión tradicional de la autoría de este libro, e incluso de los otros de la Torá).
Como sea, el discurso en boca de Moshé que leemos en Devarim, pretende dejar enseñanzas imperecederas para los israelitas. Con gran énfasis se centra en que resulta necesario recordar, respetar y cumplir las mitzvot (mandamientos), como forma de vivir según la Voluntad del Eterno. Incluso añade el discurso, esta conducta no queda sin retribución, ya que como consecuencia se hacen realidad las promesas de bienestar material y bendición en este mundo.
Cabe acotar que en ningún momento encontramos promesas directas a retribuciones en el mundo espiritual, en un plano que se alcanza luego de la vida en esta realidad; sino, solamente consecuencias positivas para nuestra vida aquí, en este mundo.
Sin embargo, algunos sabios nos dicen que hay alusiones, mensajes indirectos en párrafos de la Torá, indicando la existencia del mundo espiritual y los premios que se perciben en él. A pesar de lo cual, es uno de los principios de la creencia judía que remarca la Torá Oral, y cuenta con una gran importancia dentro del judaísmo tradicional esta creencia.
Volvamos al discurso de Moshé, en el cual leemos:
«Guardad cuidadosamente los mandamientos del Eterno vuestro Elohim y sus testimonios y leyes que te ha mandado. Harás lo justo y bueno ante los ojos del Eterno, a fin de que te vaya bien, y entres y tomes posesión de la buena tierra que el Eterno juró a tus padres»
(Devarim / Deuteronomio 6:17-18).
El texto es claro: si cada persona viviera de acuerdo a este sencillo código: humildad+bondad+justicia (que son el núcleo de los mandamientos); estaríamos disfrutando de un paraíso en la tierra.
No plantea sofisticados cálculos, ni complicadas filosofías, sino una forma de vida muy sencilla y eficiente, para estar bien en este mundo y que el mundo esté bien gracias a nuestro actuar, lo único que precisamos es entender que la humildad, la bondad y la justicia deben orientarnos en cada decisión que tomemos.
Y se hace entonces completamente real la conocida frase, que también encontramos en nuestra parashá:
וְאָכַלְתָּ, וְשָׂבָעְתָּ–וּבֵרַכְתָּ אֶת–ה‘ אֱלֹהֶיךָ, עַל–הָאָרֶץ הַטֹּבָה אֲשֶׁר נָתַן–לָךְ
«Comerás, y te saciarás, y bendecirás al Eterno tu Elohim por la buena tierra que te habrá dado»
(Devarim / Deuteronomio 8:10).
Disfrutar de este mundo al máximo, siempre que sea saludable, para que estemos bien, saciados, en armonía; sin embargo, para que esto no se perturbe, hay que ser constantemente agradecido.
Por supuesto que con Dios, el Creador y Sustentador de todo lo que existe; pero también con todos aquellos que nos rodean y colaboran con nuestro bienestar.
Es muy importante tener presente lo que se nos brinda, disfrutarlo sin por ello dejar de reconocer a quien nos lo ha otorgado. Sea una persona, o sea el Eterno, agradecer es un fundamento básico que nos permite crecer y ayudar a otros a hacerlo.
Sabiendo que el egoísmo corrompe fácilmente, la parashá nos advierte de un obstáculo que nos puede llevar a fracasar, que es cuando creemos que solamente:
«‘Mi fuerza y el poder de mi mano me han traído esta prosperidad.’» (Devarim / Deuteronomio 8:17)
Entonces, olvidamos de agradecer, nos volvemos presuntuosos, evitamos ayudar al necesitado, pretendemos que el universo nos tome por el centro del mismo, y otras cuestiones similares que son típicas de un ego inflamado y poco saludable.
Lo que lleva por lo general a conductas negativas, lo que nuevamente advierte la parashá:
«cuando hayas comido y te hayas saciado, entonces ten cuidado; no sea que te olvides del Eterno»
(Devarim / Deuteronomio 6:11-12).
Es una parashá sumamente interesante, con variados temas, que te invito a que recorras, leas, analices, estudies y compartas.