El pasaje del profeta Ieshaiá (Isaías) resuena esta semana en la haftará:
«No temas, porque no serás avergonzada; no seas confundida, porque no serás afrentada.»
(Ieshaiá/Isaías 54:4)
En ocasiones nos quejamos y lamentamos,
como si de un hobby se tratara,
por los magros resultados de nuestros emprendimientos,
por la falta de éxito en lo que emprendimos.
Entonces, vaya uno a saber de dónde,
aparecen cambios en forma de acontecimientos que promueven otros cambios,
se abren alternativas hasta ahora no exploradas,
se producen modificaciones que podrían resultar atractivas.
Pero, vaya uno a saber cómo,
se aferra uno a lo que no funcionó… y no parece que fuera a hacerlo,
rechaza cualquier iniciativa,
pospone todo atisbo de cambio,
reniega de la creatividad,
obstaculiza el fomento,
justifica la pereza, burocracia, inoperancia,
se aprisiona en las zonitas de escaso confort y nula practicidad,
se aborrece a quien trata de promover la oportunidad novedosa
para luego, como si no hubiera causal ni responsabilidad,
seguir en la queja y el lamento,
esperando que mágicamente se resuelvan las cuestiones,
pero ojito… sin que se manifiesten los cambios que tal vez son la solución
tan repudiada.
¿Te suena familia?
¿De qué lado del problema estás?