Parece que no es fácil, hay muchas trabas dentro y fuera, es el EGO no permite hacer las cosas de manera sencilla.
Por dentro carcomen las dudas, los miedos, los rencores, la ira, la angustia, la ansiedad, el sentimiento de culpa, las voces que gritan y llevan a la impotencia. Ay sí, todo parece imposible. Todo es malo. Todo siempre fue y será así. No puedo, no se puede. Surgen las excusas, con una facilidad impresionante se elaboran una tras de otra, con las mentiras, con las justificaciones, con las agresiones verbales, con la agresión pasivo-activa. Ay sí, la enfermedad corroe desde dentro, como un cáncer lento pero seguro en su cometido mortal.
Por fuera, los enemigos abundan, los contradictores, los ofensores, los opositores, los que triunfan, los que te hacen quedar como idiota, los que te ganan la partida, los que se burlan, el “destino”, los dioses que te lo hacen todo difícil, como si tuvieras que remar en contra la corriente todo el tiempo.
Dentro y fuera es lo mismo, el EGO.
Ese EGO que existe para salvarnos, pero que nos hunde en el salvaje abismo del sentimiento de impotencia.
Que nos hace sentir impotentes, pero nos hace creer todopoderosos.
Que nos arrastra hacia la manipulación para alcanzar los deseos, que nos hace ser manipulados.
El EGO que se inventa religiones, partidos políticos, dogmas, lemas, enfermedades y curas.
El EGO, siempre presente, por ser parte intrínseca del cerebro humano. No se despega de nosotros. No puede ser exorcizado. No hay remedios mágicos. No se inventó el elíxir que lo borre. Porque, borrar al EGO es eliminar la base de nuestro cerebro, de nuestra existencia como personas.
Pero sí, hay maneras de dominarlo, de ponerlo en el lugar que le corresponde, en su lugar ni más ni menos.
Que ya no usurpe el sitial de un dios, que no se interponga entre nosotros y Dios, que no secuestre más nuestros pensamientos, que no nos lleve más por la noche oscura habiendo plenitud luminosa al alcance de la mano.
Cada obstáculo es una ocasión para superarnos a nosotros mismos, o para seguir esclavizados al EGO.
Recuerda, sus herramientas son básicas, rudimentarias, pero bastante efectivas: gritar, llorar, golpear y desconectar a la persona de sus percepciones reales.
Si vas a reaccionar con cualquier de estas herramientas, o sus derivados, pon el freno, tómate un respiro, da un paseo, haz otra cosa, silba una melodía, reza, haz lo que sea menos lo que tu impulso pretende acabar en milésimas de segundos.
Sí, el EGO tiene sus habilidades, pero tu puedes entrenar las partes positivas para fortalecerte y ser el amo de tu ser.
Controla aquello que está en tu control y deja fluir el resto.
(Lectura sugerida: http://es.wikipedia.org/wiki/Alegor%C3%ADa_de_la_caverna)