Tomar una decisión es cerrar puertas.
Tomar una decisión es también pararse en un cierto lugar y por tanto jugársela.
Por eso mismo habrá gente disgustada con tu decisión y probablemente contigo.
Algunos al darse cuenta de esto de pronto también se dan cuenta de la impotencia que decidir le va a imponer.
Porque ha escogido algo en lugar de otra cosa.
Porque eligió una posición ante determinado tema, en vez de cualquier otro.
Porque se limita en sus posibles alternativas para embarcarse en la que ha seleccionado, si es que sigue adelante con su decisión.
Porque habrá gente que le criticará, se burlará, se enojará y vaya a saber cuántas cosas más que le hacen sentir miedo y quizás angustias.
Entonces, algunos no eligen, sino que se quedan pendientes, en la duda, dubitativos, yendo y viniendo, negándose a dar el paso necesario.
Como si fuera más saludable, económico emocionalmente, eficiente para su salud permanecer en la indefinición.
Como si no decidir no fuera en sí mismo una decisión, y de las peores que se pueden elegir.
Por ello, qué bueno sería aprender a elegir y tras hacerlo embarcarse en lo elegido.
Habiendo considerado racionalmente antes de la decisión, valorando los pros y contras, haciendo la mejor selección de acuerdo a los datos y condiciones que se tienen en ese determinado momento y circunstancia.
Porque, con el diario de mañana todos podemos juzgar de otra forma lo elegido, sin embargo, la elección se hace con el diario de ayer enfrente y los elementos que tenemos ahora para escoger.
Sin embargo, si por el qué dirán nos quedamos en el pantano de la duda.
Si para obtener la aprobación de los demás no elegimos, o lo hacemos adrede sabiendo que no es lo que queremos o conviene.
Estamos decidiendo por la enfermedad y no por la vida.
Tenemos que asumir nuestras decisiones, y no quedarnos varados, ¡porque nos lleva la corriente adonde ella quiere y no adonde nos sirve!
Tenemos que elegir y no hacer que sean otros los que se encarguen de nuestras decisiones.
Y si alguien se queja o se molesta por nuestra decisión, ¡qué pena por ese alguien! Pero no podemos vivir la vida de otros.
Entonces, sé amable contigo, acepta tus limitaciones pero no las uses como excusa para no avanzar.
Sé paciente, pero no uses esto como una justificación para no elegir en tiempo y forma.
Escoge y trata de hacerlo bien, pero que el miedo no te limite y te hunda en la indecisión.
No te maltrates ni elijas las conductas que provocan que otros te maltraten, sino aprende que lo que importa es tomar decisiones basadas en las mejores evaluaciones posibles actualmente, que sean de construcción de SHALOM.
Tú haz tu parte, deja que los otros hagan la que les corresponda.
Algunos te acompañarán en tu camino, otros se quedarán a un lado y hasta habrá algunos que tratarán de poner palos a tu rueda para que no crezcas.
Si dejas de preocuparte por el qué dirán y te concentras en la construcción de SHALOM, estarás mucho mejor así como aquellos que buenamente te acompañan.
Si este estudio te ha resultado beneficioso, ¿por qué no lo agradeces con un generoso aporte económico, de acuerdo a tus posibilidades?
https://serjudio.com/apoyo
Esta gran lección la aprendí ya hace bastantes años atrás y aún la aplico y la seguiré aplicando.
Gracias Moré