Si quieres cambiar al otro…

En nuestras relaciones con otras personas podemos actuar de un modo EGO y de un modo espiritual.

En modo EGO se ponen en contacto nuestro Yo Vivido con el Yo Vivido del otro. Nuestras máscaras son las que transan, negocian, dependen, imponen, manipulan, presionan, etc.
En este modo nuestra intención es obtener beneficio egoísta, sin considerar al otro en su esencia, puesto que tampoco tomamos en cuenta nuestra esencia e identidad real.
Por tanto, haremos y dejaremos de hacer según valoremos alcanzar alguna ventaja, sea consciente o inconscientemente.
Entre sus actitudes típicas podemos mencionar: pretender cambiar al otro, quejarse, demandar, exigir, agredir, esperar que el otro dé respuesta a nuestros deseos, depender del otro, rehuir la responsabilidad, echar culpas, ofenderse, ofender, llorar, todo lo que sea oportuno para recibir aquello que pretendemos.
Por supuesto que como detrás está el EGO, la insatisfacción está siempre asegurada, puesto que el EGO es egoísta pero al mismo tiempo sádico.
Te sume en el sentimiento de impotencia, aunque te haga actuar con aires de omnipotente o de prepotente. La mente, muchísimas veces es peón del EGO para elaborar excusas y maniobras para reducir a la persona a la esclavitud, para generar o amplificar conflictos, para empantanar a la persona en sus miedos e inseguridades. 
Visto lo cual, el modo EGO sería mejor evitarlo, cuando se toma conciencia de su presencia y accionar. Sin embargo, es el modo casi permanente de las relaciones entre las personas.

El modo espiritual se podría decir que es la antípoda del anterior. Se crean vínculos y no solamente relaciones o contactos. Las máscaras están, pues forman parte de nuestra identidad total, pero es el Yo Auténtico a través de ellas que se conecta con el Yo Auténtico del prójimo.
La finalidad no será egoísta, sino altruista, en donde se intenta que todos obtengan ganancia minimizando los perjuicios.
Todo tipo de manipulación queda de lado, se reduce al mínimo posible las fricciones y malos entendidos puesto que se emplea la Comunicación Auténtica, en la medida de lo posible.
No se trata de cambiar al otro, sino de perfeccionarse a uno mismo. El cambio del propio ser resulta en un cambio de la percepción del entorno y también en un cambio real de los demás. Pero esa modificación de la conducta ajena no es la meta deseada, ni se hace el trabajo de cambiar uno para cambiar al otro, simplemente es un fenómeno que se da por sí mismo.
Tampoco hay quejas, ni dependencia enfermiza, ni esperanzas de obtener algo del otro, sino que hay compromiso, trabajo, responsabilidad, aceptación, perdón, respeto. Por supuesto que las opiniones pueden y serán diferentes, que los pensamientos no convergerán, que habrá discusiones, pero no serán con el propósito de vencer al otro, de derrotarlo, sino para alcanzar lo mejor posible la Verdad.
Somos humanos, por tanto limitados en nuestras capacidades, falibles, a merced del EGO incluso aunque estemos en el camino de la superación constante. Por ejemplo, si hay una interferencia en la comunicación, si la comprensión de un postulado se afectó por algún ruido de fondo o alguna deficiencia de los sentidos, estaremos en un lapso de no comunicación. Se da esto por causas que no son responsabilidad de ninguno, pero lo que hacemos con nuestras deficiencias o limitaciones sí es de nuestra incumbencia.

La intención de vincularnos desde el modo espiritual es que las persona trascienda las imágenes de la mente, las creencias, los preconceptos, las suposiciones, los prejuicios, los engaños multifacéticos del EGO, las apariencias, los deseos, para convivir en una realidad superior, que abarca todas las dimensiones.
Un mundo en el cual, a través de la Comunicación Auténtica (consigo mismo, con el prójimo, con el extraño, con Dios), el Yo Auténtico dirige la propia existencia y construye Shalom, de dentro hacia fuera. De dentro hacia fuera.
Se pone al mando al Yo Auténtico, tal y como debe ser. Pues, es el lazo eterno con Dios, la esencia espiritual del hombre, que le lleva a contemplarse y al entorno con ojos espirituales.
Entonces ya no se enfoca en el Yo Vivido, ni propio ni de otro, sino que se pone el centro en la perfección del Yo Esencial, que es Luz-Vida de Dios, vida eterna, perfecta, indestructible, inmortal, infinita, pura, inmaculada y exenta de pecado. Esencia espiritual de Luz-Vida que jamás peca, se equivoca, sufre, enferma u odia.
Es nuestro nexo constante con Dios, que jamás se quema en el fuego, ni se ahoga en el agua y que jamás es atacada por el EGO. Es la conexión que cubre todo el Universo, pues es la conexión con el Dios, Uno y Único.

Con el modo espiritual se actúa con bondad y justicia. Se ejerce el derecho, se reconoce el mal causado por el EGO, se lo trata de corregir, pues ahí está el gran trabajo de construir Shalom.
Pues, construir Shalom es lo contrario a ser pasivo, a aceptar el mal en el mundo, a sonreír ante la injusticia, a aplaudir la corrupción, a decir que se debe respetar todas las ideas por igual, etc.
Construir Shalom es conectarse con la esencia infinita y para ello a veces (muchas veces) es necesario limpiar las costras, las cáscaras, las suciedades, las máscaras, que el EGO ha ido poniendo alrededor de la Luz Espiritual, como si ésta hubiera sido cercada por nuestros “pecados” y errores.
Será necesario detener a los agresores, denunciar a los estafadores, enviar a juicio a los criminales, decir “no” a los mercaderes de la fe, corregir a los hijos, aceptar las correcciones oportunas que nos hagan nuestros mayores, alejarnos a veces de ciertas personas, tal vez divorciarnos… el actuar de modo espiritual NO es magia, ni vivir en un mundo de falsa armonía. Pero es ver más allá de las máscaras para reconocer que en todos está esa chispa divina anhelante de ser liberada del cerco que le impuso el EGO a su alrededor.
Rompamos nuestro propio cerco y seamos pacientes a que el otro haga lo propio.
Aprendamos a vivir en libertad, a no estar bajo la bota del EGO, y seamos pacientes a que el otro haga lo propio.
Mientras tanto, no dejemos que el mal prospere, hagamos el bien, disfrutemos de lo permitido, construyamos de verdad Shalom y no meramente como palabras de un hueco lema.

En la práctica, no es fácil actuar desde el modo espiritual, sin dudas que no. Pero esa debe ser nuestra intención pura, nuestro ejercicio cotidiano, nuestra voluntad.
Está más que claro que actuaremos de modo EGO infinidad de veces, pero estamos aquí para ir aprendiendo, cada día siendo mejores, creciendo, construyendo Shalom, de dentro hacia fuera.

Es con el modo espiritual que debiéramos actuar, contactarnos, con nosotros mismos, con el prójimo, con el extraño y también con nuestro Padre Celestial.
A la hora de conversar con un amigo, de tratar con un extraño, de evaluarnos y de rezar, podemos ser el clásico EGO, o podemos aprovechar la alternativa maravillosa que está implantada en nuestro código genético espiritual.
El resultado: ser feliz, ser pleno, vivir en Shalom (paz, armonía, integridad).

Vale el esfuerzo.
Porque si quieres cambiar al otro, deberás empezar por cambiar al “otro” que anida en tu interior, al EGO, a tu ilusión de “yo”.
Vale el esfuerzo.

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