Socio de Dios en tu felicidad

“…ellos [los hombres] fueron formados no de acuerdo a Su poder sino de acuerdo a Su deseada finalidad. Él los creó imperfectos para que ellos puedan perfeccionarse a sí mismos, por lo cual su perfeccionamiento pueda ser su premio, en su mérito por haber laborado para conseguirlo…”
 Rav Moshe Jaim Luzzatto, “Daat Tevunot

El Creador, Todopoderoso y Perfecto, por Amor y Sabiduría nos hizo imperfectos, nos puso en un mundo imperfecto, para que de ese modo podamos hacer nuestra parte, cada uno la suya, para elevarnos a pesar de nuestros defectos y faltas. Esa elevación es nuestro mérito, es el motivo de nuestra dicha y placer.
Cuanto más hacemos para construir shalom, cuanto menos nos dejamos caer en las redes del EGO, entonces más actuamos como socios del Padre y mayor es nuestra porción de merecido gozo aquí y en la eternidad.
Al respecto dijeron nuestros Sabios:

“El lugar del que se ha arrepentido sinceramente no lo puede ocupar ni siquiera un justo perfecto”
(Sanhedrín 99a)

¿Comprendes la idea?
No es negar que uno es imperfecto, ni dar excusas para serlo.
Tampoco está en quejarse por los defectos o dramas.
Ni aspirar a ser lo que uno no es.
La idea es que tienes trabajo para hacer, tu propia tarea sagrada, que básicamente es perfeccionarte en todo aquello que está a tu alcance.
En lo que nosotros, humildemente, hemos dado en llamar “construir shalom”, que comienza desde dentro y se continúa en forma expansiva hacia fuera.
Arréglate, es la manera de arreglar al mundo.
Asóciate a Dios y no esperes milagros, porque Dios no hace tu tarea ni está para servirte.

Cuando haces tu parte, cuando por ello eres socio del Padre Celestial, cuando gozas de la parte que adquieres con tu esfuerzo, entonces puedes estar seguro que eres feliz.
No porque alguien te obligue a serlo, o porque tengas que tener una sonrisa hipócrita en tu cara, o porque te llamen pecador si no representas el papel de feliz.
Por el contrario, la armonía interna, el shalom de estar unificado, esa conexión que logras auténticamente con el Eterno y con el prójimo, es lo que te provee de ese rayo de verdadera felicidad.
Al respecto enseñaron nuestros Sabios:

“La Divina Presencia reposa en el lugar de la alegría a causa del cumplimiento de un mandamiento”
(Pesajim 117a)

No dice del que bailotea sin sentido, ni del que se obliga a actuar que está feliz, ni del que se droga o toma sustancias para anestesiar su entendimiento y entonces aparentar felicidad, ni el que dice ser feliz pero llora en las sombras, o del que enloquece por el sentimiento de culpa de estar triste pero dibuja una sonrisa en su rostro.
Sino el que ha hecho su parte, ha cumplido su mandamiento, y por tanto está en paz interna y con el entorno, en unidad con el Padre, con la Divina Presencia reposando en Él.

Así pues, ya lo sabes, a hacer tu tarea.
Tú ganas, todos ganan.
No dejes que el EGO siga dominando tu vida, permite que entre aquello que ya tienes dentro, el AMOR.

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