En la vida advertimos que en ocasiones estamos en ascenso, luego descendemos; tal como si fuera una montaña rusa.
Así se van sucediendo los cambios, con mayor o menor frecuencia en el tiempo; y con amplitudes de onda diversas, pronunciadas subidas y abruptas caídas, o leves de las que son apenas sentidos.
No es lo habitual permanecer estáticos en la vertical, mientras nos movemos horizontalmente en la línea del tiempo.
Subiendo y bajando, época de vacas gordas que da paso a la oscuridad terrible; una bonanza que desaparece para ser olvidada a causa de la angustia.
Depresión, auge, cima, otra cima, en picada al fondo, mesetita, pequeña alza, caída abrupta, tocar fondo, descender todavía más, un leve repunte, tendencia regresiva, meteórico ascenso y así vamos.
Esto es normal, o al menos corriente y frecuente; tanto en lo individual como en lo colectivo y no debiera sorprendernos.
Sin embargo, ¿es necesario el amargo golpe con el suelo, o subsuelo, para despertar y elevarse por sobre los inconvenientes (hasta la siguiente recesión)?
¿Habrá alguna manera de mitigar el impacto negativo, o de evitarlo por completo?
¿Tendremos oportunidad de mantenernos a flote, apenas si con esporádicas y pálidas caídas que no afecten nuestra estabilidad?
Probablemente cuestiones como estas aquejaban al faraón que más tarde soñó con las vacas rellenas tragadas por la vacas escuálidas, y con el trigo sabroso reducido a nada por las espigas mortales.
Seguramente estaba preocupado por algunas señales de la realidad, que consciente o inconsciente le estaban avisan que la prosperidad deja el lugar a la miseria, al punto que se olvida los buenos tiempos atormentados por la pesadilla de impotencia.
El gran Iosef advirtió esto y le propuso un sistema para detener el vaivén económico/social. Hay que aprovechar el aquí y ahora próspero, disfrutarlo, sacar todo su buen jugo, sin por ello asfixiar la capacidad de ahorro y reinversión, que posibilita mitigar las tormentas que tarde o temprano amenazan hundir la nave de la felicidad.
Con el sistema de Iosef no era necesario tocar fondo para darse cuenta de cambiar para prevenir y curar en salud.
Las advertencias de malestar se van presentando, a veces como pequeñas molestias, traspiés que no terminan en tropiezos, contratiempos que hacen peligrar pero no amedrentan. Rápidamente tendemos a excusar las señales, justificar las alarmas para que no alerten de la impotencia que está por llegar. Sin actuar proactivamente, y siquiera reactivamente, permitimos que las condiciones que controlamos se vayan debilitando para dejarnos a merced de la intemperie de la cual no tenemos ningún control.
Sea en lo personal como en lo colectivo.
En lo sanitario, cultural, educativo, relacional, con la pareja, con los hijos, amigos, con nosotros mismos… en todos los aspectos.
Porque nos aferramos a la zonita de confort, la cual se va abreviando y lo disculpamos, a veces hasta nos esperanzamos que estos achaques pronostiquen cambios favorables, los cuales no impulsamos ni provocamos. Sino que nos dejamos llevar, pasivamente; o peor, contribuimos con indiferencia y pereza a que el mal se instale.
No se trata de ser un héroe, ni de permanecer medio en pie para ser el último que apague la luz al salir.
Se trata de estar conscientes, de darnos cuenta de los eventos y contribuir a mejorar el presente, sin hipotecar el futuro, sin consumirnos con aspiraciones motivadas en el EGO, ni para lo alto ni para lo bajo.
Tal como aconsejó el inspirado Iosef.
Tal como vivió Iosef, sin darse cuenta de que lo que él diagnosticaba y recetaba para el faraón era lo que hubiera sido poderoso bálsamo para su existencia. (¿Entiendes este punto en concreto?).
Igualmente, en caso de caer, saber que podemos levantarnos y que valió de experiencia.
Que el fracaso es aceptable, que el error es parte del aprendizaje.
Que la TESHUVÁ existe y es poderosa, no solamente en caso de equivocaciones sino en todo momento.
Que las herramientas del EGO deben ser evitadas cuando hay soluciones más apropiadas a disposición.
Que sufrir es evidente en este mundo, de hecho es un motivo para el disfrute.
Que la voluntad se entrena doblemente desde la aparente debilidad.
Tantas cosas se obtiene de enfocarnos, de atender, de no inventar excusas sin fin.
Aprender a no repetir compulsivamente, volviendo una y otra vez a las mismas escenas de horror.
Des-aprender los mitos que nos inculcaron y nos paralizan, para realizarnos en plenitud como constructores de SHALOM.
Gracias Moré Triste realidad que actualmente aqueja a mi país (Venezuela). De los mas ricos en recursos de la región y tan solo hace apenas unos años nadando en abundancia. Regalando, despilfarrando, botando dinero. Hoy en día sumido en la pobreza y mendigando recursos. Un pueblo que sufre penurias por falta de alimentos. Gente muriendo en los hospitales por escasez de medicinas e insumos. Miles de años después no se aprende la lección, tanto en lo material como en lo moral y espiritual. El faraón realmente estaba preocupado por sus súbditos y fue bendecido a través de Iosef. A diferencia… Read more »
exacto
Sr. Moreh, entonces es tratar de vivir el tiempo que tenemos pero sin por ello arriesgar todo lo que tenemos como posible futuro. Me gusta la idea.