Anda rondando la impotencia, real o imaginaria, entonces se disparan algunas de las herramientas originales del EGO: llanto, grito, pataleo, desconexión de la realidad.
Pero también se disparan las señales de alarma, los correlatos emocionales de las herramientas, tales como el enojo o la angustia, entre otras.
Aparecen cual intrusos, llenando los rincones de la mente, reduciendo el ángulo de visión, enfocándose solamente en lo que duele, en lo que te denuncia como un impotente. Lo que te provoca mayor impotencia, te desgastas en quejas, llantos, reproches, violencia, maltratos, fantasías nocivas, y otro cúmulo de cuestiones poco saludables.
O, por el contrario, se reacciona de modo tal de tapar la impotencia, se mira para otro lado, se inventan fantasías mágicas, se invocan poderes sobrenaturales, sin resolverla, provocando con ello el aumento de la impotencia. A su vez, este querer tapar la mancha de humedad con un tapiz, no resuelve para nada el origen de la humedad, lo que agrava la situación. Como te darás cuenta, se aumenta el malestar, lo que conlleva un mayor gasto de recursos para seguir viviendo la fantasías de “estamos bien”.
Tal como el bebe, que aprendió con la repetición, que de algún modo mágico de arriba viene la solución.
Él no podía saber que esa magia era la acción práctica de la madre, cuidadora, o adulto que fuera que estuviera a cargo.
Para el bebe lo único que era captado, entre sombras e incoherencias, es que lo que le causaba malestar era evaporado al aparecer esa mágica figura.
La colita quedaba limpia, la panza llena, el aburrimiento olvidado, el frío tapado; y el bebe disfrutaba su poder sobre ese elemento todopoderoso que le cobijaba y resolvía sus problemas.
Esta creencia precaria se petrificó con el mandato social, con las propias creencias de los mayores organizadas en Sistemas de Creencias, en religiones, en supercherías varias.
Los sentimientos oscuros no van a desparecer porque te lo propongas de buenas a primeras, ni el universo se va a orquestar para resolver tus dramas internos y externos, por más que reces, bendigas, digas “Amén”, o tus pensamientos sean todo “amor y paz”.
Aunque el rezo sincero es importante, aunque el pensamiento asertivo es poderoso, aunque confiar y pensar bien son elementos saludables, no por ello el problemas es conquistado ni el dolor superado en verdad.
¿Se comprende?
Mira, si tienes que correr 10km, no se acortará la ruta porque andes inspirado en cantos de alabanzas, ni porque clames a los cielos con pasión.
La fe no moverá ninguna montaña ni convertirá 10km en 10 pasos.
Es un hecho, triste muralla llamada la realidad.
Sin dudas la travesía será mucho más disfrutable y llevadera si tu mente rebosa de optimismo, si te alientas con veraces elogios, si confías en el Todopoderoso. Pero, habrás de mover tus patitas si quieres llegar a la meta, y te tomará el tiempo que te tome dependiendo de tu entrenamiento, tu alimentación, tu estado físico, las condiciones atmosféricas, y otras variables que no dependen de ti.
Sí, la mente te ayuda a superarte, a pasar obstáculos que podrían parecer imposibles de sortear.
De verdad, el pensamiento positivo que lleva a un estado de asertividad te llena de energía, porque no la desperdicias en pensamientos difusos, de fracaso, de pérdida.
Pero solo el pensamiento positivo es nada si no está acompañado y fortificado por la acción realizadora.
Si le metemos voluntad, el mal sentimiento tampoco se irá; pero dirigiendo la atención voluntariamente a cuestiones que te fortalecen e impulsan al éxito, entonces podrás ir allanando el camino si es posible o reduciendo el malestar al no atarte a lo que te sumerge y tira al fondo.
Esto es, dedícate a crecer a través de la impotencia, no a someterte a ella, ni a construir celditas mentales que te mantienen prisionero de imaginaciones tóxicas.
Cuanto más rumias un problema cuanto más echas culpas, cuanto más te quejas sin elaborar respuestas constructivas, cuanto más te amargas por tu calamidad; menos energía dispones para vivir feliz, pleno, satisfecho.
Activa tu poder, no lo malgastes en lo que no sirve para nada.
Porque, si alimentas a la bestia (EGO), la fortaleces.
Pero, si la energía la destinas a otros menesteres, entonces le estás quitando el pan a la bestia, la estás debilitando, la estás dejando en un rincón, para que no te incomode ni atormente.
¡Pon a dieta adelgazante a tu bestia!
Actúa con el poder que tienes, no con el que fantaseas tener, ni con el que reniegas.
Confía en tu capacidad, confía en el Eterno y aprende a destapar energías que están dormidas o negadas en tu interior.
Hazte cargo de tu parte.
Sé responsable, es decir, da la respuesta necesaria en el momento oportuno.
Deja de lado las fantasías, pon los pies sobre la tierra sin dejar de planificar cómo crecer.
Reubica tus creencias, para que estén a tono con una imagen racional de las circunstancias.
Sé poderoso, en la cuota que tienes.
Y, en aquello que no puedes dominar, aprende a fluir para alcanzar un poder diferente, inesperado hasta ese entonces.
Entonces, el sufrimiento será motivo de crecimiento.
La impotencia seguirá existiendo, porque nunca desaparece, pero tú serás consciente de tu poder.
Y así, dentro de las limitaciones serás súper poderoso.
Vamos!!!